sábado, 17 de mayo de 2008

Pequeñeces

Se olvidó de lo más importante, la imaginación. Pasaban los días, dejando atrás una vida para vivir una secuencia temporal de hechos propios y ajenos. Ser adulto era lo peor que le podría haber pasado. Dejó de recordar que aparte de metas y logros hay pequeñeces que, por irrepetibles y gratificantes, merecen ser sentidas.

Las gotas de lluvia creando ondas en los charcos de la acera, la potencia de los relámpagos al descargar su ira, recordar que te has dejado las llaves dentro de casa y tú estás fuera, pensar que estás cansado y que mañana puede que sea un día peor, leer y releer aquel párrafo extasiante que nunca nadie habría escrito tal y como ha sido concebido, ojear/hojear antes que nadie el periódico que va a ser compartido, ver con alegría que aquel trozo de vida en una maceta sobrevive a pesar de tu desdén, compartir un helado de limón, oler de nuevo el perfume olvidado, recordar el primer recuerdo del que tienes constancia, sufrir al vecino compañero del tren que no deja que devores tu libro, una mirada a tiempo, un paseo por el marítimo, la pérdida de la tarjeta de embarque, la distancia de tu futuro...

Pequeñeces que enriquecen el día a día. Vivencias que te impelen a seguir. Lo olvidó, perseguía grandes metas. Se perdió, no sé dónde está. No importa.




Silla Barcelona (Mies van der Rohe)

"La silla es un objeto muy difícil. Todo aquel que ha tratado de hacer una sabe eso. Hay infinitas posibilidades y muchos problemas - la silla tiene que ser ligera, tiene que ser fuerte, tiene que ser cómoda. Es casi más fácil construir un rascacielos que una silla.” - Mies 1930



PD:
"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."

O. Wilde

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