miércoles, 30 de diciembre de 2009

Heme aquí, de vuelta, retrasada.
Yo y mis circunstancias, de nuevo, como siempre.
Con el típico síndrome de Stocolmo, echando de menos el agobio (parcialmente, aclaro), más cansada y demacrada.
Hete aquí, vete tú a saber dónde.
Helos aquí, sin conocer al esencia misma del por qué de esto, a ellos, entre los cuales me incluyo.

martes, 29 de diciembre de 2009

De musas e inspiración

Se te acabó la inspiración.
Te abandonaron las musas.
Igual es que el tiempo nos agota y nos desgasta.
Igual lo que nos hace falta es resurgir en otro momento o nunca más bien.
Lástima que tus palabras ya no son ni eco de lo que fueron.
Sí, lo que sucede a nuestro alrededor es una pena con patas, una calamidad insertada en un palo una tras otra, una desgracia intolerable y una injusticia divina absurda. Día tras día, tras día, tras día, tras día... y elevado a la infinita potencia y más un día tras día.
Cierto que la huida breve no lo cambiará a la vuelta y que tu gris casiopea quedará debajo de la ventana, pero se te acabó la inspiración. Y te abandonaron las musas.

domingo, 27 de diciembre de 2009

EL Frasco II

- ¿Se fueron?

- Hubo una pelea.

- Necesito entrar.

- La única que tiene llaves es Ramona.

- ¿Dónde está Ramona?

- Se fue.

- ¿A dónde?

- A la casa.

- ¿No va a volver?

- Mañana.

- Mire.

- ¿Qué quiere que vea?

- La caja, ¿la ve?

- ¿Qué caja?

- Una caja en la mesa.

- ¿Qué mesa?

- Contra la pared.

- ¡ Ah, sí! Sí, sí, sí... Ya la veo. Una cajita.

- Es muy importante. La caja la tengo que llevar.

- Sí, pero está cerrado, ¿qué quiere que haga?

- ¿A qué hora llega la dueña?

- Temprano, a la mañana.

- Es muy importante.

- Sí, ya entendí que es para usted muy importante, pero yo no puedo hacer nada, porque no tengo llave, ¿me entendió o no me entendió?

- Sí.

- Sí, ¿qué?

- Le entendí.

- ¡Bah!

- !Pídale que la guarde¡ Cuando paso de vuelta mañana, la busco.

- Yo le digo.

- ¿No se va a olvidar?

- No.

- ¿Me la va a guardar?

- Sí.

- ¿Le va a decir cuando llegue?

- Sí, hombre. Confíe en mí.

- Gracias. ¿Se lo va a decir?

- Sí, hombre, sí, sí se lo voy a decir.

- Mañana paso.

- Ta mañana.



-

El Frasco

- Y, ¿cómo es su nombre de pila, Pérez?
¿Qué pasa, que le hice una pregunta muy íntima que no le gusta contestar?

- Juan.

- Juan.

- Sí.

- Ya me decía, en serio, que se llama Juan Pérez.

- Sí.

- No le creo.

- ¿ Por qué no me cree? Me llamo Juan.

- Porque como que yo le diga que yo me llamo María García. No sé si lo escuchó, pero es muy común. Si una persona es nadie, le ponen Juan Pérez.

- Yo me llamo Juan.

- ¿Seguro?

- Sí. Permiso.
Hasta el final...

http://www.youtube.com/watch?v=kdjvFstKvyk
Me fascina el movimiento que ejerce el líquido en el vaso de porexpán, contra su tapa de plástico, la que impide que se derrame, a pesar del orificio central cuasivalvular. Todo por el bamboleo que le imprimo al deambular. Un movimiento oscilante, sincrónico. Me parece el bombeo del corazón, la sangre latiendo contra las paredes de la víscera. Sólo por caminar. Uno, dos, uno, dos. Y el vaso, tibio, con un ritmo sinusal.
Pero de pronto se para, delante del ascensor. Suerte tiene que se reanima al entrar en él, al salir de él. Sin inotrópicos. De pronto vuelve a detenerse, en la repisa. Ya no sirve reanimarlo, alguien se lo va a tomar.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Que
griten
ellos,
que
yo
ahora
no
puedo
....





sábado, 19 de diciembre de 2009

De ombligos y esas cosas.

- ¿Pero no me tenía que haber muerto a las nueve?

- Pues sí, pero fíjese que le hemos cambiado la hora y no se morirá de asco hasta las diez o diezymedia, por lo menos.

- Y eso, ¿por qué?

- Y qué rayos le importa, ¿que se cree que su vida depende de usted? Pues no, su vida no gira enderredor de su ombligo, sino en el de los demás.

- ¿Y para cuándo está previsto que me mire aunque sea por un día mi ombligo?

- ¿Y qué más da? Su ombligo no le importa a nadie, total ya se muere, para el rato que le queda no sea plasta. Preocúpese del ombligo de los demás mientras tanto.

Notas de la autora:

1 ¿Y por qué sigo yo aquí?

2. El ombligo de alguien que no es el mío va a morir estrangulado (si es que ello es posible).

Ironías de la vida

Este refresco me ha dejado las tripas hechas corazón, digo, trizas. La última lata de la máquina, el último botellín del mostrador, las últimas burbujas atrapadas del día 24 del 12 de 2008. Una bebida caducada sin rastros del sabor que debería tener según publicita la marca. Me ronronea el abdomen, en cuyo interior libran una encarnizada batalla el refresco, el aceite que ahogó al trozo de carne (si lo es) ya muerto, la lechuga deshidratada como un alga prehistórica, el pan enmohecido y el yogur liofilizado. Demasiados frentes abiertos y una única víctima, la carcasa que contiene el juego campal, casualmente la que teclea.

De pronto se callan, firman una tregua, es viernes noche, se quedan a dormir. Nada, pelillos a la mar y la cocina recogida. Falsa alarma, el refresco que caducaba y no quería caducar se porta bien, era un rebelde con causa. El resto del menú, antes de ser concebido y ver siquiera la luz ya era moribundo, no me preocupa, se digería así mismo antes de que mis enzimas lo hicieran ellas mismas, un menú majo por ende, que le ahorra a mis células no sé qué consumo energético celular.

Y Krebs tan contento un viernes por la noche, con una Schweppes en la mano.

Notas de la autora:

1. para la realización de este pseudorrelato, no sufrieron ningún daño los arriba citados: ni el refresco caducado, ni la lechuga deshidratada, ni el pan enmohecido ni el yogur liofilizado. De hecho, los personajes citados son ficticios y no están basados en personas (o cosas, todo hay que decirlo), lugares o circunstancias reales, cualquier coincidencia es pura casualidad.

2. el menú de esta noche no incluía refresco.

3. si ha llegado hasta el final, enhorabuena, valiente lector, se merece usted unas felices vacaciones (a su libre criterio queda si las quiere llamar navideñas, paganas, consumistas, familiares...) y yo unas buenas guardias.

Nota mental: si tengo que escribir disparates como éste para intentar mantenerme despierta, mejor me las callo, que todavía queda mucho por llegar.

jueves, 17 de diciembre de 2009

No eres tú. Te lo repites delante del espejo, una y otra y otra vez. Te miras en él. Ni te reconoces. No eres tú. No puede ser, no puedes ser.
Ahora eres un objeto inanimado, sin alma y sin movimiento. En los secos sustitutos de tus ojos se pierde el recuerdo de tu cara, de tus actos.
No eres tú, ni remotamente.
Sabes que no habrá sudor frío ni escalofríos ante el viento, que los músculos piloerectores no se pondrán en funcionamiento porque no son tuyos, porque no eres tú.
Aunque te mires más, no te encontrarás, no eres tú.

martes, 15 de diciembre de 2009

El dorado I

- Ponte quieta... No te rías.
- Por favor, date prisa, que hace frío.
- Venga, la última, es que da pena...

De fondo, la plaza de les Corts, por la tarde, ampliamente iluminada, tanto que parecía de día. Luces en el cielo, luces en el monumental árbol, luces en las fachadas, luces en los balcones, luces reflejadas en los escaparates y en los ojos de los viandantes. Se diría que era el dorado hecho sustantivo. Un dorado cálido que por unos momentos hacía olvidar el gélido frescor que imperaba en la cuasi invernal tarde.

De frente dos mujeres, vestidas de oscuro, sin más prisa que la que les obligaba el frío. Se apuntaban a sí mismas con una máquina fotográfica, una digital. Dos mundos unidos por una ya reciente obsoleta cámara. El surrealismo hecho real. De fondo la plaza, delante dos mujeres sonrientes, entre medias la cámara y en la pantalla de fondo la plaza y delante dos bultos negros estáticos capturados en movimiento.

Miraban ahora el resultado, decepcionante.

- ¿Me permiten que les haga yo la foto?
- Ay, sí, por favor. Es que es una pena, con el fondo tan bonito, y no nos sale.

El sujeto era un tipo indiferente, de esos que van por la vida sin prisas, de los que no esperan nada de nadie y nadie espera nada de ellos. Les cogió el aparato que ellas le ofrecieron dadivosas, quizás por el frío acuciante. Le gustaba hacer fotos: de gente, de paisajes, de nimiedades... El objetivo oculto: detener el tiempo, atrapar el momento, destacar lo imperceptible y sacar la belleza de lo cotidiano. No se dedicaba a ello de manera profesional, de lo contrario, la obligación empañaría la esencia de libertad que le proporcionaba apretar el botón, no se sentía atado a conseguir la perfección. Ésta vendría por sí misma, sin buscarla, evitando la ansiedad del éxito fallido.

Las dejó quietas y se alejó parcialmente de ellas, retrocediendo siempre con las mujeres enfrente y la plaza detrás. Elevó la máquina. Encuadró el paisaje Se tomó su tiempo. Pulso el botón y la pantalla quedó por unos segundos en negro. De repente se reveló. Una foto que, sin ser perfecta, conseguía el objetivo marcado: las mujeres enfrente, casi a un lado, con caras sonrientes, de fondo la plaza, dorada hasta la extenuación.

Ahora la realidad quedaba perfectamente plasmada en la pantalla.

Ellas, ya contentas pero hartas de una historia que duraba ya demasiado tiempo, le cogieron la cámara. Y sin mirarla y sin darle las gracias se fueron. Era un tipo indiferente.

martes, 8 de diciembre de 2009

En el aeropuerto

Así como los camiones esperan pacientemente, en punto muerto, a la entrada del matadero, bien cargados, hasta los topes y los recovecos más insólitos, de las más diversas expecies, las cuales encontrarán, irónicamente, el mismo final, así pues, digo, así, como en cualquier matadero, así se encuentra este aeropuerto. Atestado de ganado, entre el cual me incluyo, cómo no. Esperando pasar por los cajones y rediles, caminos de una única dirección, sin vuelta atrás, sin necesidad de un pastor que nos guíe hasta el punto final, por más necio que uno pueda ser. Y para matar el tiempo, charlas intranscendentes, relecturas de los ya leídos periódicos, ojeadas al tipo de al lado/enfrente, revisión de los instantes capturados en diminutas cámaras digitales, encendido y apagado de portátiles/mp3/mp4 (siento decirte que no de e-books)...
Sea como sea, como en cualquier parte, como todo el mundo, un comportamiento estereotipado, a todas luces poco original.
Pero esperas pacientemente, a que te llegue el turno, a pasar por el degüello, a que te traten como a una masa de carne que se puede despedazar, después de despojarte de dignidad (zapatos, bolso, cazadora, cinturón...), de quitarte la piel de cordero.
Es un mero trámite, me convenzo, lo de siempre, ya queda menos.
Pero hoy, las circunstancias quieren cambiar, añadirle jugo a la masoquista espera. Les da por el hilo musical; al niño de enfrente le da por distraerse con un verdadero instrumento de tortura cuya función desconozco pero que emite un desagradable pitido, más bien 3 agudos acordes irritantes, siempre con la misma cadencia, que se inscrustan en el cerebro y dan ganas, por un momento, de padecer una afasia de Wernicke (temporal, gracias).
Pero Las Moiras, ávidas por tejer las más intrincadas labores, quieren que esperemos más en este limbo en el que hablar de secuestro no es del todo correcto en cuanto los que aquí estamos lo consentimos y además pagando por ello. De pronto, la megafonía nos informa: el vuelo, nuestro vuelo, se demorará por "ajustes en la actividad de los miembros de la tripulación". Ésta es nueva. Ya no queda ni rastro de aquel retraso por querer permanecer el avión más tiempo en París (que es de donde le suele gustar venir). Hoy no nos puede decir que lo siente porque "je perdú ma plum dans la jardan du ma tant...). Hoy la "plum" la pierde la crew.
Mientras nos morimos de asco, esperando no regresar.

Nota: esta historia podría tener una connotación más positiva si en lugar del regreso fuera la ida, pero no es así, ya se ve. También influye el retraso, el hambre, la maquinola perversa del niño...

domingo, 29 de noviembre de 2009

Tup tu ru ru, tup tu ru ru

Ataviado como para ir a cazar osos, con botas de serraje sucias y cazadora de pana, con gorra de visera y camisa de franela, sin olor a nada. Armado del más surtido aparataje. Respirando de manera brusca, pero sin emitir prácticamente ningún sonido.

Se encamina hacia el café a la vera de la carretera. Una vía que, si no fuera por la lluvia, se encontraría polvorienta.
Va pensando, cabizbajo, con los hombros caídos de puro cansancio, pesados, tarareando.

Tup tu ru ru, tup tu ru ru....

jueves, 19 de noviembre de 2009

Vora el barranc dels Algadins
hi ha uns tarongers de tan dolç flaire
que, per a omplir d'aroma l'aire,
no té lo món millors jardins.
Allí hi ha un mas, i el mas té dins
volguts records de ma infantesa;
per ells jo tinc l'ànima presa
vora el barranc dels Algadins.
Vora el barranc dels Algadins
s'alcen al cel quatre palmeres;
el vent, batent ales lleugeres,
mou son plomall i els seus troncs fins.
En ells, milers de teuladins
fan un soroll que el cor encisa.
Qui ori pogués sa xiscladissa
vora el barranc dels Algadins!
Vora el barranc dels Algadins
l'aigua corrent els camps anega;
en sos espills el sol llampega,
i trau l'arròs verdosos brins.
Sona el tic-tac en els molins,
i, en caure el sol, caçadors destres
a joca van d'ànecs solvestres
vora el barranc dels Algadins.
Vora el barranc dels Algadins
mourà demà les palmes l'aire;
li donaran els horts sa flaire,
i sa cantúria els teuladins.
El mas demà guardarà dins
dolços records i imatges belles:
jo no podré gojar ja d'elles
vora el barranc dels Algadins!

lunes, 16 de noviembre de 2009

El carbúnculo azul.

[...]
- No tengo ninguna duda de que soy un estúpido, pero debo confesar que soy incapaz de seguirle. Por ejemplo, ¿cómo ha deducido que este hombre era un intelectual?
Como respuesta, Holmes se puso el sombrero. Le cubría completamente la frente y le llegaba hasta el puente de la nariz.
- Es una cuestión de capacidad cúbica -dijo-. Un hombre con un cerebro tan grande ha de tener algo en él.
[...]

El carbúnculo azul.
A. C. D

domingo, 15 de noviembre de 2009

The box

(Más o menos...)


- Tu casa es una caja.

El coche con el que te diriges al trabajo es una caja.

Y con ese coche regresas a tu caja.

Y cuando mueres te colocan en una caja, donde te descompondrás -

- Visto así suena bastante deprimente...-

(sic)


lunes, 9 de noviembre de 2009

A mí misma me remito y me autocopio y pego...

(Mayo 2008)

Huelga.


Y otra vez lloviendo.... A este paso no harán falta "mini"-trasvases de agua, ni yo me haré morena. Seguiré pálida y horrible hasta el final de mis días. Ahora que llueve me viene a la mente una imagen que por dos días he visto. Aunque tengo coche (moverse en este pedacito adoptivo de tierra es bastante complejo y no soy amiga de los coches de los demás), prefiero el transporte público por muchos motivos, entre otros, porque me permito analizar a otros sujetos de nuestra misma especie y observarlos, desarrollando hipótesis absurdas y demás (esto no me sería posible [el observarlos] mientras conduzco, por el bien de mis convecinos...). El otro día, viniendo de Plaza España subida en el 3 (bendito 3), en el asiento de atrás, junto a la ventana de la derecha (sin connotaciones políticas), mis ojos se desviaron hacia Can Berga (la Audiencia Territorial, que yo sólo he visitado por motivos musicales), donde un bulto reposaba en el suelo, apoyado contra las sólidas paredes. Aquel bulto parecía corresponderse con una persona a cuyo lado, como un estandarte, se erguía un cartón con letras pintadas en grande que venía a decir algo así como que los juzgados y el gobierno vulneraban los derechos de los ciudadanos incumpliendo la Constitución (más o menos, "més o manco", ya dije por ahí que mi memoria no es una de mis mejores virtudes) y que por ello el sujeto (me pareció más bien una sujeta) se encontraba en huelga de hambre. Y ahí acababa la cosa. Ayer regresaba a casa haciendo el mismo trayecto y sentada en el mismo asiento (posiblemente de otro autobús), sin recordar dicho incidente, volví a mirar para el mismo lado y allí seguía el mismo cartel con otro nuevo que indicaba que era el cuarto día de huelga. Sin embargo no vi el bulto. A mi mente vino rápidamente el recuerdo de mi abuelo, del que ya hablé. Recuerdo perfectamente el día que derribaron el muro de Berlín (ahora pintado de vivos colores y del que hice una foto que algún día colgaré). Recuerdo perfectamente que tenía 8 años. Nos encontrábamos en casa de mis abuelos maternos (de los paternos ni tengo ni quiero tener recuerdos). Mi padre, mi abuelo y yo estábamos arriba, con la tele encendida, entorno a la mesa camilla, con el brasero encendido. Mi abuelo en su mecedora (curioso, estaba sentado en la "de mi abuela", cada uno tenía la suya asignada por costumbre, bien lo sabíamos los nietos mayores), ya sufriendo los "indolentes" infartos cerebrales (así me lo vendieron), que iban mermando sus funciones superiores de forma progresiva. Mi abuelo, quien lo último que recordó fue Rusia (a su familia nos fue olvidando, incluso a su nieto favorito, mi primo favorito, y nunca nadie se lo tendremos en cuenta). Por aquel entonces, su memoria, sus actos, ya mostraban indicios de que aquello iría a más, pero seguía razonando de forma que muchos ya quisieran. Allí mirando en directo la pantalla, vió cómo era derribado aquel muro. Miró su dorado reloj de bolsillo y se echó a llorar. No entendí bien qué representaba la caída del muro, pero sé que mi abuelo se dio cuenta que las ideas que él había defendido habían sido sólo eso, ideas y que nunca correspondieron con la realidad. Él lo dijo después en voz alta. La conclusión a la que llegué fue que las ideas eran ideas y nada más. En la mente, cualquier razonamiento es correcto y perfecto. Llevado este punto al extremo, no deberían implicar el daño ajeno o mutuo (y aquí me paro, porque este párrafo podría alargarse hasta el infinito. Ya lo he reescrito varias veces y cada frase queda peor que la anterior. Seguiré la filosofía de Ockham.). Y en eso pensé al ver aquella persona, junto a Can Berga. No sé por qué motivo se encuentra en el suelo, hambrienta, qué ha detonado esta actitud. Y ahora al ver la lluvia vuelvo a pensar en ella, allí, en el suelo, como un bulto, mojándose ella, mojándose sus cartones, corriéndose la tinta y borrando el número de días que lleva en huelga. No vale la pena morir por una idea. PD: dedicado a ETDN por su cumple virtual (gracias por tu inclusión).

miércoles, 4 de noviembre de 2009

[...] Es un inmenso error hacer conjeturas cuando no se tienen datos. Insensiblemente, uno empieza a deformar los hechos para hacerlos encajar con las teorías, en vez de trazar teorías a partir de los hechos. [...]
A. Conan Doyle

lunes, 2 de noviembre de 2009

Niños aeronáuticos

Pensaba yo el otro día, mientras venía (total, para luego volver), en el aeropuerto de Son Sant Joan, a eso de media tarde, y cuando la luz cálida entra a raudales por las grandes cristaleras y te invita a quedarte estática, no moverte y decir: esperen, detengan el embarque, ya cuando esté oscuro, proseguiremos. Huelga decir que esto se ve potenciado si sólo has dormido dos horas y Morfeo, por un lado te acuna, y por el otro Lorenzo te toca la mejilla con su cálida mano. Entonces, sólo entonces, los bancos del aeropuerto junto con la maleta de mano, se convierten en comodísimas camas, que ni el Ritz.

Creo que empecé diciendo que pensaba, cosa por otra parte que cada día me resulta más molesta, porque no hay quien calle a esta mente. Siempre está analizando, maquinando y soñando. No sabe que en el mundo exterior, las máscaras se imponen y los silencios no pesan. Si al menos, se tomara un día de descanso...

Insisto, pensaba, como decía. Seré breve, que el regreso es inminente y el tiempo me falta. Debe ser duro para esos niños que se pasan los fines de semana, maleta arriba, maleta abajo, vuelo de aquí a allá. Sin comerlo ni beberlo, se ven abocados a su reparto semanal acompañados o no. Los ves con cara seria o desparramados por el suelo, exigentes o retraídos. A punto de embarcar, se camuflan con el resto del pasaje, o más bien el gentío les engulle hacia su destino, a saber cuál.
Así pues, en unas horas nos volveremos a ver, si no, ya queda menos para Navidad, que seguró que el número aumentará de manera exponencial.

domingo, 25 de octubre de 2009

Bien entrada la noche,
cuando ya todo el mundo dormía
y la oscuridad dominaba el exterior y el interior
un joven despreocupado dormía plácidamente entre almohadas de plumas y sábanas de seda.
Si al menos la luna se hubiera dignado a presentarse,
si al menos las estrellas hubieran tenido la decencia de lucirse,
nada de lo que sucedió habría acontecido.
Y tuvo que pasar, dicen.
Afuera no llovía, ni relampagueaba, ni aullaba el viento.
Tampoco lloraban gatos, ni ladraban perros, ni el suelo era de madera, ni el reloj era de cuco.
Diríase que era poco probable que nada rompiese esa apacible noche.
Mas la providencia se guarda pequeñas sorpresas, para bien o para mal.
Súbitamente, el silencio que dominaba se rompió y un estruendo sobrenatural tuvo lugar.
Un claro grito desgarrador, casi moribundo le siguió. La muerte rondaba, eso era obvio.
Pero extrañamente sólo el joven se despertó, aquel cuya apetecible cama escondía,
entre mullidas colchas y sábanas rosa.
Temeroso, sobresaltado y acongojado,
su corazón se desbocaba, su respiración se cortaba y su mente se anulaba.
¿Qué podría ser aquello? Se debatía entre la razón y el sueño.
Levantarse, reaccionar y auxiliar o permanecer inmóvil.
Y aunque se permitió el lujo de fantasear en su heroica acción, vencedor glorioso de tamaña acción,
optó por el disimulo, el yo no oí nada.
Las mantas le tapaban y las sombras le cubrían,
el calor de su propio cuerpo le envolvía y el nadiesabequeestoydespierto lo protegía.
A nada temía en semejantes condiciones el pusilánime, si tapaba los ojos y volvía a conciliar el sueño.
Y así fue cómo se demostró que este joven era tan valiente como una calabaza,
tan honroso como un fétido calcetín.
Mientras la víctima tardó en morir horas, según se supo tiempo después.


jueves, 22 de octubre de 2009

¿No te aburre, siempre lo mismo?... Palabras vacuas, sintaxis forzada, gramática apesadumbrada. Físicas imposibles, corolarios imprecisos, axiomas diluidos. Anglicismos demodé y fórmulas alteradas.
La jugada de lo oculto ya no se sostiene, o porque le falla una de las patas o porque la base es inestable, auténtica arena movediza.
Siempre es mejor una retirada a tiempo, por el pundonor, ya sabes. Fue bonito mientras duró (lo que nunca existió). Mensajes encriptados en sinfonías diversas que nos han hecho sufrir (al menos a esta parte). Me arrepiento de confesar, como siempre, que lo echaría de menos (ya lo hago). Pero no juego al póker (odio los faroles) ni al billar (detesto las bandas). En realidad, me gustan el juego y el trigo limpio. Y aquí asoma algo de los bolsillos, o de las mangas.
Seguiré leyendo tus palabras con la misma avidez de siempre, sin nada más, aséptica (ya sabes que, por otra parte, me viene impuesta; será por los olores poco tranquilizadores de mis lares). Tan transparente como siempre, sin necesidad de logaritmos neperianos para calcular un volumen corriente y moliente, sin necesidad de burlas desconcertantes y ociosas (y capciosas) en la seguridad del número superior hacia el número inferior (un plural frente a un singular que bastante tiene que soportar).
Así pues, que te vaya bonito.

PD: me arrepentiré cuando le dé al intro, pero para cuando leas esto ya ni me acordaré.

martes, 13 de octubre de 2009

Todo el mundo tiene rejas.

Esta vida es una cárcel,

una jaula, una cisterna

y te ahogas cuando sales.


G. Fuertes

viernes, 9 de octubre de 2009

"El hombre no es nada, la obra lo es todo."

G. Flaubert.

viernes, 18 de septiembre de 2009

viernes, 11 de septiembre de 2009

Esto
Pessoa

Dicen que pretendo o miento
en cuanto escribo. No hay tal cosa.
Simplemente
siento imaginando.
No uso las cuerdas del corazón.
Todo cuanto sueño o pierdo,
que pronto cae o muere en mí,
es como una terraza que mira
hacia otra cosa más allá.
Esa cosa me arrastra.
Y así escribo en medio
de las cosas no junto a mis pies,
libre de mi propia confusión,
preocupado por cuanto no es.
¿Sentir? Dejemos al lector sentir.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Autopsicografía (Pessoa)

El poeta es un fingidor.

Finge tan completamente

que hasta finge que es dolor

el dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,

sienten, en el dolor leído,

no los dos que el poeta vive

sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,

distrayendo a la razón,

ese tren sin real destino

que se llama corazón.

martes, 8 de septiembre de 2009




56. Hay preguntas que no podríamos superar, si nos viéramos por naturaleza libres de ellas.


57. El lenguaje puede ser utilizado indicativamente para todo, excepto el mundo sensitivo, pero nunca siquiera comparativamente, puesto que el lenguaje, de acuerdo con el mundo sensitivo, sólo se trata de la posesión y sus relaciones.


F.K.


jueves, 27 de agosto de 2009

jueves, 20 de agosto de 2009

Dignidad o cómo empequeñecer

Todavía me estremezco al recordar aquella noche, me encojo y me acongojo. Nunca me sentí tan diminuta, vulnerable y prescindible. A la suma de estas sensaciones se le añade el hecho de la insignificancia del suceso, lo que restará valor, si lo tiene (que no se busca, aclaro, no obstante), al chorro de palabras que aquí viene reflejadas (nunca se vendió tan mal un producto). Porque las palabras salen, desbocadas, y pudieran ser unas u otras, a gusto de un inexistente consumidor, pero la impotencia de sentirse ínfima, de quien firma, todavía perdura.

Tuve suerte en mi vida, en cuanto a las posibilidades que se me abrieron ante mis narices (esa probóscide rinítica, si se me permite, antesala de esta facies, de tamaño y forma más que respetuosos, por ello el plural inicial del sustantivo). Pero en algún momento, los hados debieron acusar una generosidad en exceso generada hacia mi persona, porque los caminos se truncaron y, donde antes había claros, ahora hay sombríos lodazales que ocultan la marcha de las sendas. Quizás por esto, ahora me desvío de la auténtica dirección que quisiera llevar. Se me disculpe si esto sucede más veces y no se tenga en cuenta, que ya se sabe que la cabra tira al monte. Y no es la primera vez y no será la última.

Sucedió una noche. En pleno invierno. Diciembre diría yo, pero ya habrán pasado 13 o 14 años (la mitad de una vida) y cualquiera se atreve a fijar más la fecha. Tal vez las nueve o las diez de la noche. En el campo (no se busca un ambiente bucólico, querido no lector, pero es que fue así). Ni un ruido. La gente se encontraba dentro, en la casa, con el hogar encendido, resguardándose de un, por suerte para mí, que estaba fuera, tibio frescor. Sentada, pues, fuera, en las escaleras de piedra, se podía escuchar el silencio. Ni las ramas se movían, ni los probables animales se atrevían a respirar. Tampoco había luz, una, porque no había (quizás porque me tocó salir fuera a la aventura y apagarla), dos, porque era una noche huérfana de luna (frase que queda poética a la par que cursi, así pues, la presto y no la firmo).
Pues, en silencio, a oscuras y con algo de frío, una tipa rara en los peldaños finales sentada.
Acabada de sentar, se me ocurrió mirar hacia arriba, lo que debía ser el cielo. Inicialmente era negro, imposible de marcar sus límites si uno se aventuraba en tamaña empresa. De pronto, una vez se produjo la acomodación ocular (tal vez más rápida de lo que pueda ser ahora), juro por ... que me acongojé (por favor, omítase el no lector de incurrir en el craso error de substituir este verbo por otro sinónimo y más soez, que este es mi texto y no admito palabras malsonantes, búsquese la vida en sus propias páginas). Lo que era negro empezó a revelar la existencia de múltiples punto brillantes, las tan archiconocidas estrellas. Y así trabajan el cerebro y la psique, confabulando, inventando y sugiriendo falsedades para acomodar la realidad (¿verdad?). Les dio por interpretar que en lugar de ser estáticas (cierto que no lo son, pero por ciertas reglas físicas, que no citaré, lo deberían parecer), se movían, para ser exactos, caían todas ellas, miles, hacia abajo inexorablemente, como si fuera el fin del mundo, al mismo punto, descolgándose para precipitarse. A esta sensación vertiginosa puntual, le acompañó, una patética sensación de pequeñez y ridiculez. Sentirse como una hormiga que va a ser aplastada por un camión, más o menos. Sentirse como una tipa prehistórica que siente miedo cada vez que anochece.
Y una vez recuperado el sentido de la cordura me levanté, trapuesta y más pequeña, intentando recuperar la dignidad que he vuelto a perder.
Nada envuelve al hombre en una bruma de errores como su propia curiosidad al buscar cosas más allá de sí mismo.

Owen Feltham
Resolves, XXVII

lunes, 17 de agosto de 2009

Nadie puede saber lo que le pasa a otro por la mente.
Partiendo pues de esta premisa, tópica, sí, pero cierta, mas (mal) que le pese, no resulta difícil adivinar que la lógica brilla por su ausencia. Que los cuerpos inertes pueden quedar abandonados a su suerte a la intemperie, solos y sin abrigo. Puede suceder y sucede, no obstante. Pero poco importa dónde suceda, en la oquedad de una montaña, en la coyuntura de un pasillo o frente un panel. El problema no es el cuerpo, el problema es que no hay GPS que nos lleve hasta la mente.

viernes, 31 de julio de 2009

És la repetició de la jugada, la manera de ferir-se sense cap motiu, potser, sí, bilateralment, s'ha de reconèixer. Com més lluny, sembla que ens apropem més, que desapareixen les distàncies, els murs, els punts, que hem construit. Però a prop, la barrera s'incrementa. Tant bon punt s'ha creat un artifici maquiavèlic com una necessitat sense fonaments, sense base on sostenir-se. Potser la imaginació, la idealització, ens han jugat una mala passada. L'enyorança d'allò que no s'ha posseit és terrorífic, però descobrir que tot ha sigut una magnificació d'una realitat il.lusòria és més terrorífic i més trist. I possiblement ahí és on radicaran els fonaments d'aquesta distància (del robatori d'un batec), que al cap i a la fi no és més que por. Possiblement, ja dic.
Hem construit un cercle viciós que es difícil de trencar. El podem perpetuar, però ja fa mal i cadascun tenim la nostra resistència. També es pot rompre (maleïdes illes), però per a açò es fa necessàri un voluntari. I tornem més amunt. Només coneguem les paraules no dites per l'un i per l'altre i ja està i ni tan sols sabem si aquestes paraules tenen algú perquè les escolte. Si venen del cor o si procedeixen del cablejat encefàlic.

I ara és quan podria posar-li una banda sonora i dir que no me importa nada, però no seria cert.

jueves, 23 de julio de 2009

Com no trobava les paraules més adients
ni les frases més colpidores,
se li va ocórrer
traduir els poemes de la seua joventut,
aquells, que sense cercar-los,
ompliren les seues vesprades, les seues nits.
Aquells que colpiren els seus sentiments,
que trasbalsaren els seus somnis.
Aquells els quals va jurar que mai no oblidaria,
que qualsevol dia reprendria.
Mentre recordava les restes del naufragi,
l'última visió de la seua mirada.

miércoles, 22 de julio de 2009

4.

Desde tiempos que ya nadie recuerda, se alzan terrazas labradas en la ladera, inclinadas de tal forma que ya no parecen terrazas, sino deformidades propias de la erosión a la que ha sido sometida.
Allí se mantienen, sobreviviendo como pueden.
Se divisan desde la ventana, desde esta misma ventana, la misma que da a una de las pequeñas calles de pétreos adoquines y aceras destartaladas.

lunes, 20 de julio de 2009

3.

Regresar al punto de partida tiene el inconveniente de que, aunque se realice un esfuerzo sobrehumano, los hechos ya pasados no se pueden borrar. Aunque las pequeñas calles sean las mismas, aunque el viento sople como antes, aunque la tierra tenga el mismo color y siga cubriendo los mismos muertos, nada es lo que quisiéramos que continuara siendo. Quedan los rescoldos y poco más.

Las calles que no son calles se quedan pequeñas y siguen aguardando los pasos de quien ya se quedó sin suelas, quien perdió la horma y se contentó con andar descalzo.

domingo, 19 de julio de 2009

2.

A según qué horas, las callejuelas adquieren algo de vida. Parece que el tiempo se detiene y se alarga, de todos modos, haya quien haya. El tiempo se deforma incondicional y se aferra sobre las pequeñas y desiguales casas, sobre cada losa y cada puerta, sobre cada habitante, sobre mis pasos erráticos y cansados que no llevan a ninguna parte, pasos a los que les gusta tropezar con el mismo montículo una y otra vez. Un montículo absurdo, que ya dejó de existir barrido por el tiempo.

En estos momentos es como si la gente se desperezara, cogiera el resto de hálito que les queda para hacer un último esfuerzo, desafiante. E inundan, débilmente, las callejuelas. Ahora más pasos acompañan los míos sin percatarse (ocho mil muertes, directas e indirectas).

1.

Cuando no hay mucha gente, lo cierto es que la imaginación se desborda, los paseos abundan y las letras aparecen por doquier (en las páginas, en las paredes o en la palma de la mano). Los sonidos se acrecentan y se rehuye de las falsas palabras.
Y entonces se corre en el peligro de ser atraído por el campo magnético de la irrealidad y la fábula. Por eso, en ese preciso momento, se debe disponer de un salvoconducto que rescate el objeto de las fuerza atractora hacia la órbita hostil.

Las callejuelas seguían casi desiertas y apenas silenciadas, algo distraídas por los gregorianos cánticos de los grillos en sus barricadas escondidos y por los pasos solitarios de una mente pensante.

Mis pasos restallan por estas minúsculas calles y estos podrían ser un buen salvoconducto, me despertarían de esa ensoñación, de esa falsa realidad que es la realidad misma.

0. Introducción

Las callejuelas eran aparentemente rectas y sin complicaciones, un ejemplo de un ordenamiento aleatorio perfectamente organizado. Suelos empedrados, asfaltados o terrosos. Pocos transeúntes. Poco ruido o mucho eco. Un cierto vientecillo que arrastraba hojas de quién sabe dónde. Y al anochecer, todo a media luz y un tenue frescor, la versión oscura de lo que durante el día era otra cosa.
Se hubiera dicho que así, a mediavela, todo alcanzaba un tono lúgubre o infernal, para otros representaría un escenario edulcorado y empalagoso. Lo cierto, es que era lo que era, vacío y tímidamente arrogante.
Un pueblo, se entiende.

domingo, 5 de julio de 2009

"Pero, además, ¿para qué molestar a la gente y tratar que no se muera, si la muerte es el final normal y legítimo de todos? ¿Qué es lo que cambia si un triste comerciante o un funcionario vive unos cinco o diez años más? Incluso si consideramos que el objeto de la medicina está en que los medicamentos alivian los sufrimientos, sin querer salta la pregunta: ¿para qué aliviarlos? En primer lugar, se dice que los sufrimientos abren al hombre el camino de la perfección y, en segundo lugar, si la humanidad de verdad aprendiese a alivar sus sufrimientos con pastillas y gotas, entonces abandonaría definitivamente la religión y la filosofía, en las cuales ha encontrado hasta ahora no sólo protección ante todo el género de desgracias, sino incluso la felicidad. Pushkin, antes de morir, padeció terribles sufrimientos; el pobre Heine se pasó unos cuantos años en la cama paralítico. ¿Por qué, entonces, no pueden enfermar un Andréi Yefímych o una Matriona Sávishna cualquiera, cuyas vidas no tienen sentido alguno y estarían vacías por completo como la existencia de una ameba, si no fuera por los sufrimientos?"

El pabellón nº 6.
Chejov

martes, 23 de junio de 2009

En noches como esta me sorprendo por qué se me olvida fácilmente el tacto afilado de aquella espada, una espada auténtica, toledana, grabada y firmada, cuyo corte, a pesar y sobre el pasar de los años, no ha dejado de cortar el aire que le envuelve, más que cualquier hoja de bisturí traída de la mejor fábrica alemana.
Sé que sigue colgada en aquella pared de terciopelo vermellón en el Militärhistorisches Museum der Bundeswehr, esperando a alzarse y ser usada, o al menos volver con Diógenes y su lámpara a esta tierra cunicular, para ser olvidada, aunque sea en un vuelo de bajo coste.

domingo, 21 de junio de 2009

Primos

Ahora me entretienen los números primos, que no son más que unos incomprendidos en un mar de valores, apestados de las letras. Una raza inextinguible, esquizofrénica y anencefálica. Pululan por el universo, solitarios apátridas, apiñados porque la unión hace la fuerza, que no el cariño, en los pasos de cebra atravesados, amargados en pasillos vacíos, vencidos por la rutina del cansancio. Esperando que alguien descubra su secreto, que es tan vacuo como la materia oscura de la que están hechos.

miércoles, 17 de junio de 2009

Algún que otro comentario se hizo en su debido momento, después la noticia dejó de ser novedad y ahora nadie se acuerda de ello.
No sé por qué me viene ahora a la mente.
Y tal vez no vale la pena ni recordarlo.

Sí, mejor olvidarlo, las aguas muertas ya se evaporaron y quizás ya formen parte de algún aburrido océano.



martes, 16 de junio de 2009

Te sentaste en el sofá o, más bien, te dejaste caer, con todo tu peso.
Ya habías apagado la luz y afuera estaba oscuro.
Sólo veías un punto rojo, que parpadeaba o lo parecía, ondulante y sigiloso.
Pero una vez en el sofá ya no lo percibías.
Y te daba igual.
Ya estabas recostado.
Como un plomo inerte, a oscuras.
Y tu conciencia ausente, de viaje...

martes, 9 de junio de 2009

Que ni una de las comas que aquí sobran se tengan por menospreciadas.
Que ni uno de los puntos que aquí faltan se tengan por imprescindibles.
Que no se tengan en cuenta las palabras que aquí yacen, ni las ideas que no se esconden, pues no cuentan ni la intención ni el pretexto.
Los motivos, encarcelados, la desidia, por bandera.

Ni esto es un texto, ni una lápida en un camposanto.

lunes, 8 de junio de 2009

Superposiciones

Me encontraba así, tumbada a la bartola





leyendo



y como un espejismo, por el calor o por el sol, las letras se tornaron verdad, y el mar salado se convirtió en agua dulce y de las páginas saltaron naves que empezaron a surcar estas aguas sorprendidas. Falucas y otras embarcaciones apoderándose de la realidad





mientras se colaba por los auriculares una canción desconocida y que nada tenía que ver

sábado, 6 de junio de 2009

Me comentan que en el espacio, donde la amplitud (para nuestras escalas) parece ser que es inmensa (que sea infinita o no, depende de nuestra autoestima) hay problemas de colisiones. Que si a algún agujero negro le da por zamparse lo que tiene al lado, que si pequeños fragmentos de meteoritos (del tamaño de un campo de fútbol o de una lenteja, lo mismo da) tienen la manía de querer impactar sobre aquello que se les ponga por delante (un cuerpo celeste o un sueño convertido en hojalata eléctrica con baños tipo apartheid, pero para ricos y pobres)...
En fin, tamaños, distancias y velocidades relativas, según los gustos del consumidor.

Lo que ya no se cuenta, pero que es un secreto a voces, es que cerca de este nuestro pequeño minimundo llamado tierra, debido a las velocidades excesivas de los conductores sobre su superficie, la falta de visión de estos a la hora de saltarse los semáforos en ámbar-rojo y su carencia de apego a la vida (a la suya, o lo que es mucho peor, a la de los otros, que no son más que los unos reconvertidos en seres ajenos), se implantará un sistema de rádares espaciales, que se generalizarán por toda la orbe en algún momento, para cuando los que conducen con los pies en el suelo y la cabeza en Marte empiecen a conducir con los pies en las nubes y la cabeza Dios sabe dónde.

martes, 26 de mayo de 2009

"Sólo en ese momento, comencé a darme cuenta que las populosas multitudes de las ciudades son menos perturbadoras que los individuos que viven solos en el campo."

El caso del cirujano ministrante de Gaster Fell.
Conan Doyle.


domingo, 24 de mayo de 2009

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Hubiera sido bonito así, decir que lo descubrió mientras sacudía el polvo, pero no fue así. Es que el polvo lo cubría todo, por dejadez o por omisión deliberada, y cuando a las micropartículas de susudicha materia (alérgenos varios, como los ácaros, restos de faneras, cutículas separadas descuidadamente de su cuerpo) entraron, quieras que no, en contacto con sus fosas nasales (inmunología aparte), la hecatombe sucedió. Un estornudo de lo más sonoro combatió, o lo intentó, parte de la sustancia blanquecina que se apoderaba de la estancia. Pero no fue peor la enfermedad que el remedio. El polvo en suspensión, liberado parcialmente de la inmovilidad conferida por la gravedad terrestre, muy al uso desde los inicios del planeta, danzaba en suspensión, en movimientos oscilantes, arriba y abajo, procurando no ser esclavo de esa fuerza planetaria.
Y ahí estaba, debajo, escondido por el blanco manto. Esperando a ser redescubierto. Baste decir que no fue necesario sólo este descubrimiento casual, sino el esfuerzo de tres noches y no consecutivas para vencer a Morfeo, para afianzar que HAL 9000 era un poco trasto, que el final sigue siendo (porque así me empeño) caótico, porque la nívea habitación barroca no es más que una traba para la conclusión, que la muerte, desde que la ví, adquirió forma de negro túnel con paredes de eléctricos y tormentosos colores vivarachos. Y es esto último lo que me preocupa, no la muerte, que es inevitable, sino el túnel de etéreas paredes. ¿Qué sucede si las tocas, si las traspasas, si se cierran y te aprisionan?


lunes, 18 de mayo de 2009

Reflexiones con baja presión parcial de oxígeno

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Mientras miro por la ventanilla del avión a 11000 metros de altitud y con una hora prevista de llegada inesperadamente tardía y sin leer ninguna necrológica, me asaltan varias dudas, seguro que irrelevantes, porque al fin y al cabo (al cap i a la fi), cualquier duda es irrelevante hasta que se demuestre lo contrario.
No negaré que puede que influya en este hecho, el que por ahí fuera una tímida neblina empañe la vividez de los colores, que apague los colores de la tierra y los convierta en una masa informe de tonos grises y azulados. Puede que, llamémosle así en pos de la modernidad de la cual hacen gala, el silencioso ruido de los motores se incruste en el cerebro y anule ciertos circuitos neuronales. También podría ser el hecho que el sueño atrasado me persiga y me recuerde que los sueños, sueños son. Puede que el aire presurizado sea más pobre en oxígeno de lo que debería y tenga el mal de altura (es un decir).
Me asaltan dudas, sí, a 36000 pies sobre la corteza terrestre. Dudas banales y terrenales. La primera, por qué me dejé el libro sobre la cama, ahora que sería el momento ideal para saber al fin quién es el Dr. Salk, qué pasa en la reunión de Pharmalak, si existe el padre perdido. La segunda, por qué no hay turbulencias en este momento, qué le paso al niño incordiante (no por ser niño, sino por ser incordiante, me resultó un incordio) del viaje de ida, con sus babas y sus ansías de dominar el mundo a su antojo sin una mano, no dura, pero sí realista, que le enseñe que el mundo no es un huevo y que no te lo puedes beber todo entero. La tercera, con todos los viajes que llevo en avión (sin contar cuatro años de tren y uno de autobús), por qué nunca me ha tocado al lado un tipo, al menos, de buen ver, y sí tipas que llevan en la cara el maquillaje acumulado, para mí, de todo un año. El cuarto, y relacionado con el tercero, por qué las ventanillas del avión son tan pequeñas (de acuerdo, esta me la sé).
No se sorprenda nadie con estas cuestiones, ya dejé bien claro desde el principio que no son las reflexiones de un momento de lucidez.

lunes, 4 de mayo de 2009

Sobre la rama seca
un cuervo se ha posado;
tarde de otoño.

Basho.

viernes, 24 de abril de 2009

¿Ideas futuras?

Inicios de posibles ideas, a desarrollar en algún momento....

Cogió un hisopo y lo usó como puntero, al aire, sin señalar nada en concreto y pareciendo que señalaba el mundo entero...
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La métrica de tus palabras es inversamente proporcional al silencio que emites, y aunque esto no tiene sentido, es cierto, en su justa medida, si te paras a pensarlo.
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Cuando no hay nada que leer, se relee todo, y, a fuerza de releer, se alcanza a comprender lo que no se vió la primera vez.
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El verde de tus ojos es el gris de tu mirada, el negro de tu corazón, el blanco de su mirada.
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El desgaste del reloj no se debe a su abandono o al poco uso de su cuerda, sino al paso de los minutos en sus manecillas, a los días en su esfera, a los segundos en tu mano.
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Pasear por la rada en un día gris y frío, no hace sino empalidecer al hombre oncológico de la gabardina con zapatillas.


domingo, 19 de abril de 2009

Cebo

Triste es la vida del cebo,
pero más triste la del cebo enlatado vivo.
A oscuras, apretujados, emparedados.
Un Ausschwitz para con otras especies.

Y en su cautividad esperan algún día ser lanzados al mar
aunque sea para morir, con cierta dignidad,
la que da el enorme espacio del mar
frente a la vergonzosa tiranía de una lata.
Cambiar por lo menos la oscuridad y el calor
por un frío líquido azulado.

sábado, 18 de abril de 2009

Fragancias

Malena, que no necesariamente es un nombre de tango, acudía religiosamente aquel gran almacén todas las mañanas a primera hora de los días laborables.
Se dirigía a la sección de perfumería y belleza, donde las dependientas ya la conocían aunque hacían como que no.
Furtivamente se acercaba a los estantes de los perfumes, escogiendo qué probador de fragancia sería su nueva víctima. Una vez elegido y con prisas, pulverizaba sobre su escote y muñecas el oloroso líquido. Puff, puff, puff...
Ya era otra.
Y si se sentía mala (cosa que sería consecuencia de la mezcla odorífera tomada prestada), se atrevía con los maquillajes, coloretes y pintalabios. Evidentemente todo material de prueba.

Así era como Malena, que no necesariamente es nombre de tango, se transformaba todos los días. Entraba como un cadáver demacrado y con olor a limpio (a lejía, jabón de glicerina y pobreza) y salía como una fragante flor dispuesta para acudir como limpiadora en la morgue en el turno de noche, trabajo, por cierto, no remunerado: nadie, en aquel edificio, sabía de la existencia de Malena, nadie sabía que por las noches hubiese una limpiadora.
La vida como el aire era gratis, aunque a veces no huela bien, pensaba.


miércoles, 15 de abril de 2009

Un home ben plantat
mirava per la finestra
rumiant-s'ho ben a fons.
Va concloure que, al cap i a la fi,
s'avorria.
Que el temps passa i s'endú les paraules.
Que odiava la certesa de la incertesa.
Que no era tan ben plantat.
Que no s'ho rumiava.
Que no era.
I mentrestant plovia de manera indiferent.


martes, 14 de abril de 2009

Besugos' conversation

- ¿Vive usted en un barco?
- Lo desconozco.
- Así pues, ¿no sabe dónde vive?
- Es cierto, lo desconozco.
- ¿Y ese olor dulzón a mar? Permítame usted, ¿y ese olor a pescado? ¿Y esa red que cuelga de su brazo? ¿Esa piel curtida y bronceada? ¿Esa gorra marinera que culmina su cabeza?
-Pues diríase que en un barco vivo, sólo por las apariencias. Pero algo me dice que soy más de tierra, porque no entiendo de peces o vientos, pero si quiere le hablo de los frutos de la huerta, de los fertilizantes y el efecto del nitrógeno, de los pesticidas y del riego.
- Entonces, caballero, su discurso ya no me interesa.
- Pero, entonces, ¿dónde vivo?
- Esa pregunta ya carece de valor. Averígüelo usted mismo, que yo me voy.

domingo, 12 de abril de 2009

Para distraerse un momentito.

Un paréntesis:


martes, 7 de abril de 2009

Versiones

Versión 1
Mientras me miraba en el espejo, no veía reflejado mi cuerpo deforme (la suma heredada de todos los errores previos), sino breves acontecimientos que se me hicieron en su momento eternos.

Porque se daba la circunstancia que las viejas cicatrices que adornaban este abominable cuerpo, tenían un efecto liberador sobre mi memoria. Efectivamente, cuando mis ojos se detenían en las heridas ya curadas pero persistentes, mi memoria se activaba y recordaba hasta el último detalle las circunstancias en las que se produjeron. Los olores, los colores, los dolores... Todo se volvía nítido y vívido.
Pero es curioso, porque desde un tiempo a acá, esos recuerdos se emborronaban y daban paso a un estado de abstracción que, cualquiera que lo hubiese presenciado, diría que se trataba de una crisis de ausencia, cuanto menos (yo lo negaré). Y es que mi mente, cansada de tanto dolor y tal vez por la persistencia de las mismas visiones, una y otra vez, empezó a evadirse y apagarse. Y cuando quería, entraba de nuevo en funcionamiento.

Así, algo se complicó. Posiblemente porque no supe atajarlo y me permití la licencia de consentirle que hiciese lo que le venía en gana. Y sucedió. Ella, mi mente, no necesitaba la intimidad que le proporcionaba el espejo, ni el estímulo de los estigmas. En cualquier momento y en cualquier lugar se desconectaba.

Y hete que aquí me encuentro, estampado contra una palmera (la única en todo este desierto) que se interpuso en nuestro camino, en el suelo, oficialmente inconsciente, quizás ya no me despierte. Soy carne de sensor.

Versión 0/riginal

Mientras me miraba en el espejo, no veía reflejado mi cuerpo deforme (la suma heredada de todos los errores previos), sino breves acontecimientos recientes que se me hicieron en su momento eternos. A cámara lenta. Infinitos. Incómodos. Pesados como una losa. Desaprovechados.
Y no es tan difícil, o no debería serlo. Y es entonces, al fin, cuando veo mi reflejo.
Y comprendo.
Hay modos de ver y de mirar.
Y para algunos duele más que para otros.
Quizás es cierto que no se puede hacer nada.

jueves, 2 de abril de 2009

No lo sabía, pero descubrió que el ascensor llevaba más lejos, más abajo, de lo esperado o lo dispuesto inicialmente. Cualquiera hubiera dicho que llegaba hasta la planta menos 1. De hecho, no había nada que lo contradijese. Y podría parecer no ser cierto, por el uso abusivo que se le daba a tal artilugio, aquella caja de paredes metálicas y suelo gomoso, con olor a traje de buzo y sal, con la fatiga de los años a cuestas y los pulsadores estáticos como medio de interacción. Repito, podría parecer equívoco, pero aquel ascensor tenía un trayecto más dilatado de lo que nadie pensaba. Bastaba con pulsar los botones según una combinación concreta (y siempre que el elevador estuviese de buenas) y automáticamente descendía hacia las profundidades. El origen de todo esto es incierto, tal vez se debiese a la radiactividad, a la enfermedad o a la muerte que por allí rondaban, tal vez a la cercanía de los quirófanos y antequirófanos yodados inútilmente por y para la esterilidad, a los anestésicos volátiles o a la electricidad de los generadores, al café o al frío, a las cajas desconocidas que se abandonaban misteriosamente esperando desaparecer. O quizás se debiera a la suma de todo ello. O quizás respondiese a un capricho evolutivo de esta especie.
Sea como fuere, el cubículo bajaba más de lo establecido.
Y allí abajo al abrirse las puertas...


domingo, 29 de marzo de 2009

Igual te has fijado o puede que sólo sean imaginaciones mías, pero a veces tienen lugar sucesos que no están previstos, quiero decir, situaciones deseadas o no, que se dan sin previo aviso pero que parece que estuvieran predeterminadas para tener lugar. Como si en unas coordenadas concretas y en un tiempo exacto y favorable, algo tuviera que suceder porque sí.

Borra todo lo que dije. Es inexacto. A lo que me refiero es que, como en una matriz, un lienzo cuadrado, plano y estable, en un espacio indeterminadamente determinado, dos puntos inmóviles y fijos situados en sendas esquinas, opuestas entre sí, nunca llegarán a tocarse. Sin embargo, si desestabilizamos este sistema y añadimos una variante, pongamos por caso, un pliegue central, las esquinas, obligadas a mutar de posición, se desplazan con tendencia al acercamiento entre ellas, de tal modo, que cuanto más pronunciado sea ese pliegue central, la proximidad entre los puntos es más factible, a pesar de que se encuentren en los extremos y tiendan al movimiento nulo. Además, lo que puede ocurrir es que si, inicialmente estos puntos se hallaban tan lejanos el uno del otro, asemejaría que se encontraran en tiempos distintos a pesar de estar en el mismo plano. Pero una vez más, si se acercan, el tiempo entre estos dos irritantes e inmóviles puntos, parecería que se acorta, de manera que se podría decir que compartirían el mismo presente.

Pero no me hagas caso, no es eso lo que realmente quería escribir, se lo dejo a Hawkins y sus colegas físicos.

Así que lo dejamos para otro día, porque las ideas se confunden y se mezclan.

Sin embargo me da pena, porque sé que te preguntarás, ¿y a qué viene todo esto? Bueno, es una buena pregunta, seré condescendiente.

Quizás viene por las coincidencias, por la sensación de vivir un paso por detrás tuyo (o quizás dos o tres o más). Era como si ayer, en un determinado espacio, te pudiese encontrar sólo con abrir los ojos y desear que estuvieras allí. Como si de repente nuestros tiempos y espacios fuesen los mismos. Porque cometí una estupidez, cómo no, leerte en las palabras de otro. Y sentí cómo leías para tí las palabras de ese otro, como si fuera un eco distante, como si fueran las radiaciones fósiles de un posible bigbang. Acentué las palabras que acentuaste, tal vez. Era como rehacer tus pasos tiempo después, la recreación de otra dimensión. Y me dolió y me dio rabia. Como si tú fueses un Reeves y yo una Bullock, mejorando lo presente. Y pensar esto aún me enervó más. Porque la idea era buena, pero al guión le pudo el azúcar. Porque no es una realidad, sino una quimera.

lunes, 23 de marzo de 2009

Correo institucional

A través del correo electrónico institucional llegaban toneladas de mensajes spam, como no, institucional (que sería como decir que no era correo no deseado, pero que nadie deseaba realmente): cursos para pinches, OPEs para ATSs, fotos con princesitas, muertes anunciadas y algún que otro ejercicio kamikaze... Nunca anuncios de grageas azules o cadenas vudú o ppts (como mucho pdfs).

Por eso no era de extrañar que algún día llegase un correo motivador: se anunció que cuantas más conexiones se efectuasen al día en horario no laboral y fuera del puesto de trabajo (reconocimiento IP mediante) al Outlook, se premiaría al trabajador, de manera que el tiempo invertido extralaboralmente sería reembolsado mediante descuentos de tiempo en la jornada laboral sin por ello verse mermado el salario. De hecho, una vez sobrepasado cierto período, se le compensaría con días libres. La única condición era que cada uno de los correos con su correspodiente archivo adjunto deberían ser leídos, no valían las medias tintas ni las trampas.

Y entonces surgieron los problemas: avezados usuarios interfirieron en la recepción de dichos correos, bloqueando la llegada del antes molesto spam para el resto de los compañeros. Sin competidores, habría más a repartir (un amigo menos, una ración más). Pero hete aquí, que no sólo la gente se percató de ello (de recibir 500 correos diarios a ninguno, alguna diferencia se había de notar), sino la propia institución misma. Por ello, se cerró el chiringuito, se dejaron de recibir correos (no) deseados y nunca más se supo del Outlook.

Ahora vendría todo por correo ordinario y sin refuerzo positivo, para que aprendan.


Retales de media semana


sábado, 7 de marzo de 2009

Divagaciones mentales, (te) reflexiono, sin acritud.

Aviso a navegantes...

esto son divagaciones, por tanto, ideas que discurren egoístamente por mi mente (es por ello que hay tanto paréntesis y corchete, por qué todo es tan incoherente; como las imágenes en los sueños, se diluyen) y que, por tanto, como tales, nunca, nunca, nunca, serán emitidas verbalmente, por ello, nunca serán escuchadas (y en teoría, tampoco leídas). Ergo, lo que no se escucha (o lee), no tiene réplica.

Una de las cosas por las que destaca el ser humano es por su capacidad de razonar (correcta o incorrectamente) y poder formarse su propia opinión ante todo aquello que acontece a su alrededor. Ésta puede o no expresarse (y darse a conocer a los demás) en función de variables tales como las circunstancias que rodean al individuo en un momento determinado o el mismo carácter del susodicho, quizás valorando cómo responderá a una posible contraofensiva (o no).
Opinar y expresarse es un derecho e incluso una obligación inalienable que viene impuesta por ser humano. Siempre lo he tenido en cuenta, pero es en este punto (de este hilarante y estéril discurso) cuando me viene a la mente lo que aprendí en clase de filosofía, una pequeña frase, que aunque me pese, era lo venía a ser parte de un resumen de la enseñanza católica que me tocó padecer y con la que nunca comulgué (por lo pronto, por imposición de ideas y creencias basadas en un pensamiento de fábrica, lineal y cerrado, lleno de paradojas y dualidades [a grandes rasgos: compárese la crudeza y el salvajismo profesado en el Antiguo con la melosidad, si existe, del Nuevo Testamento /o/ la ley del Talión está prohibida para el ganado servil o no, pero no para el pastor /etc, etc.]) ni contra la que me rebelé (tempus fugit, pensaba; tócate las narices, que volvemos a asistir como espectadores [mi ego y yo] a funciones diarias [pase gratis, primera fila] de acoso y derribo: colisiones "intelectuales" entre icebergs que buscan más la humillación del oponente que cualquier otra cosa --> las "sores" también son curiosamente personas y algunas tienen un nivel alto de autoestima cual ejecutiva [rubia y de largas piernas, como la que suscribe] agresiva de las películas de los noventa ). A lo que voy, me explico, aquella idea, con la que me acabo topando cada día (y que a veces odio, pero contra la que no puedes hacer nada, es como la primera de las tres [o cuatro] leyes de la robótica, pero para humanos) es que la libertad de uno empieza donde acaba la de otro. Fastidia, pero así es. Es lo que (me) obliga a no responder a ciertas frases o actitudes absurdas cotidianas, propias del roce con otras personas (por ejemplo, y lo que me dolió, que si una imagen vale más que mil clínicas o una clínica vale más que mil imágenes, insisto, ABSURDO, más que le pese a alguien, sea del bando que sea [personalmente me siento sin bando, apátrida y a la deriva], me quedo con una imagen y con una clínica y el resto que vayan a tomar viento fresco; no soy un iceberg, sino un cubito que se funde en la pila, me temo).

Que la vida es difícil y siempre hay alguien que nos pone la zancadilla es indiscutible, cuando se empieza algo se hace (normalmente) con ilusión, pero poco a poco te das cuenta que algo huele mal, primero no puedes discernir si el olor te recuerda a geranios o a descomposición, pero poco a poco estás metido en el lodo y te hundes cada vez más. Inicialemente protestas tímidamente entre risas y bromas, luego te quejas oficialmente, después te encolerizas y al final capitulas como un moribundo que se siente carne de donante, resignándote, sabiendo que ya acabó tu turno, pero esperando que alguien tome el relevo, mientras te despedazan dualmente, primero como dato estadístico, segundo como la solución para otros.

Y me venía todo esto a la mente tras leer que a una jovencita que le dió por quejarse de su trabajo de forma privadamente pública, se encontró con la alegre solución a su problema al día siguiente, al acabar suciamente sus jefes con el aburrimiento que padecía de manera limpia y sin despeinarse.

Ya con esto metí la pata hasta el fondo, ¿verdad?

jueves, 5 de marzo de 2009

Paralogismos

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A un médico
Yacen de un home en esta piedra dura
el cuerpo yermo y las cenizas frías:
médico fue, cuchillo de natura,
causa de todas las riquezas mías.
Y ahora cierro en honda sepultura
los miembros que rigió por largos días;
y aun con ser Muerte yo, no se la diera,
si dél para matarle no aprendiera.

Francisco de Quevedo.
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o falacia del hombre paja...

domingo, 1 de marzo de 2009

Confesiones en la casi sobremesa de una tarde de domingo...

... de un día gris y amorfo, frío y monótono...

Confieso que...

ya olvidé lo que tenía que confesar.

Realmente no era importante y si lo era ya ni me acuerdo, me despistaron las noticias (el pelo de Bono, la denuncia a un bebé indio por escándalo público, el Óscar a la chica de pueblo que más grita...), me despistaron los niños del patio de abajo disfrazados del Hombre Araña sin máscara, me despistó el perro de enfrente y sus perezosos ladridos, me despistas.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Malas condiciones

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De un tiempo a esta parte todo había cambiado, quiero decir, que las dentaduras ya no estaban en el estante de arriba, ni los pies en el de abajo, ni los riñones en sus cajas verdes, ni los pulmones en los azules, ni los cerebelos en los botes amarillos, ni los pellejos en los baúles.
El sempiterno bedel se había jubilado y el imberbe aprendiz todavía usaba las mangas de su bata grisácea para retirarse, de modo rudimentario, casi jocoso, las molestas secreciones nasales.
Así no se podía trabajar, se quejaba el usuario del mal llamado (demasiado ostentoso) laboratorio, entendiéndose como tal, un cubículo de no más de 5 x 5 m, sin ventanas y sin esquinas, de paredes no incoloras pero sí de un color indefinible, frío, mal oliente, húmedo y angustioso.

En esas condiciones, cualquiera fabricaba un hombre medio decente...

Cose que te cose xxxxxxxx.......................xxxxxxxxxx..................xxxxxx


viernes, 20 de febrero de 2009

Sirenas kafkianas, dextrocardias o los piratas del alma

Mas las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto, esto es, su silencio...

porque las sirenas, cansadas de ser consideradas como entes místicos, traidoras y seductoras de nobles marineros, se rebelaron contra ellos. Pues ni eran nobles, ni eran marineros, sino piratas de dudosa moral con corazones disfuncionantes, bradicárdicos y ectópicos, de aquellos que solían decir en sucias y oscuras tabernas baratas "llegué, ví, vencí y arrasé", con mujeres amauróticas en cada puerto que esperaban la llegada de sus valientes farsantes con sus relucientes espadas en los cinchos dispuestas manchadas de vacuas palabras en exceso rebuscadas, ladrones de guante blanco sobrevalorados, saqueadores de espíritus y prestidigitadores de la oratoria escrita.

Porque las sirenas, cansadas del castigo que les había sido impuesto, el de condenar al olvido a aquellos maleantes mediante seducciones que no les reportaba nada a las susodichas, tomaron una drástica actitud, mantengo, en virtud de las disposiciones sindicales de la época, el cese inmediato de dichas actividades disuasorias de la llegada a la meta; que arribaran pronto, por favor, a su destino final. Ni querían ser como la miel a los cerdos, ni como las margaritas a las abejas.

Y las sirenas se callaron, porque para lo que había para ver y oir... Así, que quienes les esperaban en los puertos cargaran con semejantes individuos, ellas ya tenían bastante en mantener sus escamas húmedas y sus cabellos secos.


Esta podría ser la banda sonora que quedaría bien...



pero ésta es la que queda fetén

jueves, 19 de febrero de 2009

Bossa nova para los que duermen con la conciencia tranquila

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......................Se reunían en el club los martes por la noche, cuando ya era demasiado tarde para el resto de la gente, gente corriente. A altas horas de la noche, en un día, por laborable, prohibido, pecaminoso. Por eso, se sentían superiores.
Y mientras, de fondo, tocaba la misma banda, una música para mantenerles despiertos. Porque estar despiertos era lo que les diferenciaba de los que ya dormían, que no eran más que esclavos de sus obligaciones.
Y de fondo sonaba.............

...............................................bossa nova para los que duermen con la conciencia tranquila
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martes, 17 de febrero de 2009

Hermano

Pues no habremos cantado esta canción y otras mil veces, en el coche, barriendo, en la merienda...
Fíjate, y ahí está, qué jóvenes éramos entonces, yo con uniforme, tú recién nacido...
El tiempo pasa, hermano, tanto que me doblas en altura, aunque nos seguimos peleando como siempre (si no, no seríamos buenos hermanos).

Sabes, hermano que no me despido con besos, porque me pringas toda la cara, porque sabes que te quiero aunque a veces no nos comprendamos, porque te gusta que te haga los deberes mientras hurgas en mi habitación.
Porque a tí te gusta esta canción y porque hoy me he acordado de ella.
Porque sabes que te quiero, en el fondo, aunque te deje para tí las celebraciones "familiares".





PD: Ca'u panye...
NTdA1: Cadascú que s'apanye...
NTdA2 de la NTdA1: Cada uno que se apañe...

lunes, 16 de febrero de 2009

SALVAR LA CABEZA. Decapitaciones, reanimaciones y transplantes de cabeza

"Si uno quisiera saber a ciencia cierta que el alma humana reside en el cerebro, podría cortarle a alguien la cabeza y preguntárselo. Tendría que preguntárselo rápido, porque a un cerebro humano al que se le corta el riego sanguíneo pierde la conciencia en diez o doce segundos. Además tendría que instruir previamente a la víctima para que respondiera guiñando el ojo, pues al verse privada de sus pulmones, no sería capaz de expulsar el aire que hace vibrar las cuerdas vocales, y por tanto, no podría hablar. Pero el experimento podría funcionar, y si el hombre pareciera más o menos el mismo que antes de ser decapitado -un poco más nervioso que de costumbre, tal vez-, podría concluirse que, efectivamente, el yo reside en el cerebro.
Un experimento muy similar estuv a punto de llevarse a cabo en París, en 1795."

pág 217.
Fiambres. La fascinante vida de los cadáveres.
Mary Roach.


sábado, 14 de febrero de 2009

Inicios

Es curioso cómo empiezan las historias, me refiero, la primera frase de cualquier libro. Al final, de tantos inicios que se han escrito, cualquier principio puede recordar a otro que ya se ha leído. Incluso, cuando quieres empezar una historia, te da la sensación de que alguien ya inventó esa frase y que sólo estás plagiando, de manera subconsciente, a otro más original que tú. Cierto es que la portada o el título sirven para llamar la atención, pero si la primera frase no te cautiva, el ejemplar que queda entre tus mano más bien puede ser ninguneado y denigrado hasta el punto de que con suerte, quizás llegue de nuevo a su posición original o escondido entre sus congéneres para apartarlo de la vista.

A veces se prefiere un arranque sencillo, tal que un monosílabo. A veces una oración simple. Otras, un texto infinito.

Prosa a parte, da igual, pues a la primera entrada se le da tanta importancia que la historia parece que queda relegada a un segundo plano y muchos autores se quedan en blanco, varados, buscando una sentencia como no se haya escrito igual. Si se quiere, sería como una especie de perfeccionamiento para alcanzar el éxito.

Sin embargo, antes de empezar seriamente con un libro, me gusta leer la última frase, cuando el autor ya está exhausto de tanta palabrería, donde, por una parte, se comprueba si es o no un buen escritor y, por otra, te estimula para leerlo y averiguar qué sucede entre la primera y la última palabra, es decir, atender a la historia, que es quien debería tener protagonismo.

Una curiosidad, nada más.

PD: y después de leer la última frase quizás alguien haya sentido el impulso de mirar este texto de manera aséptica y leer la primera frase y tras ello la última, y se habrá percatado que la segunda palabra de ambas son, permítaseme la licencia, que hoy voy de azul, la misma.

Y es que suceden dos cosas:

a) la vida es circular

y

b) la que escribe no sabe escribir y su vocabulario mengua exponencialmente con el paso de los días.


jueves, 12 de febrero de 2009

No és fàcil.
Fa fred.
No és real i ho saps.
És una quimera.
Com una balma creada per la remor de la mar, ofegada per l'aigua.
És la fredor que se sent, et cobreix per la nit i segresta les teues idees, la fredor que no ens permet saber qui som o què esperem.
No és gens fàcil, no.

domingo, 8 de febrero de 2009


Ya encontré, por fin, el lugar que perdí cuando vine aquí.

Y aunque persista el desértico mar agobiante, al menos no huele a sal.

Y puedo afirmar que vuelvo a pisar tierra roja.

Sin gente extraña.

Al fin.


jueves, 5 de febrero de 2009

Surrealismo

Como últimamente todo parece gris e indiferente, ahí dejo una escena surrealista (tal vez sea mejor ver toda la película, pero, la vida está llena de peros) para romper la monotonía.
No hay nada mejor que el surrealismo para darse cuenta que lo absurdo mueve el mundo.


martes, 3 de febrero de 2009

On/Off o el molesto standby

A alguien se le ocurrió la brillante idea de fabricar a los seres vivos con un dispositivo on/off autónomo. Lamentablemente no contempló una tercera opción, el standby, al menos no viene de serie en todas las especies. De todas maneras, como los electrodomésticos rebeldes que hacen lo que les viene en gana y se saltan a la torera el diseño y la función racional, a veces se permiten el lujo de contravenir el plan original, de modo que antes de que la palanca llegue a tocar por primera y última vez la posición del off, se queda a medio camino. Un contratiempo, cuerpos inertes, autónomos microscópicamente, dependientes macroscópicamente.
Aprendieron sobre electricidad, pero no a programar, por lo que, en ese estado, la opción de reset no está contemplada.
En fin, un plan maestro con fallos, propio de un colegial irresponsable que no revisa su trabajo y lo entrega en el último momento.


domingo, 1 de febrero de 2009

El espejo

Al final de la diminuta escalera, guiado por el pasamanos de madera cubierto de un espeso y blando barniz, descansa una pequeña puerta también de madera, enlustrada por la misma sustancia densa. Esta portezuela lleva a una modesta habitación amueblada con una gran cama vestida de diario, sobria. Y sobre una de las paredes descansa un relativamente gran espejo viejo con un marco de madera no muy trabajado. Según se dice, este marco en sus días más gloriosos fue más ostentoso, pero su tamaño menguado por la mano del hombre no le restó en belleza. En cuanto al espejo en sí, el alma del objeto, picado por el paso del tiempo, todavía refleja aquello que se le pone por delante, quizás con menos vigor, quizás contemplándolo todo como los ojos ancianos premiados por su larga vida y largo uso con cataratas: aguado, sin vida, opaco y deslustrado.

La habitación ahora reposa tranquila, sin más vida que los muebles que la habitan, y la escasa luz que le llega proviene de las mallorquinas que cierran el balcón, situado justo enfrente del espejo.
Me preocupo, en estas condiciones, por el espejo, ahora que no tiene qué reflejar. Tal vez los espejos tengan algo monstruoso, por su mala costumbre de duplicar o crear universos paralelos, pero, convendrás conmigo, un espejo sin reflejo es tan triste como un cuerpo sin alma, como un cirujano sin ego, como una mancha en una pared blanca.