miércoles, 21 de mayo de 2008

El inmortal


Se ató los cordones de los zapatos y reanudó la marcha. Bajo pleno sol y chaqueta de lana se encaminó hacia la puerta de la Catedral, callejeando sin parecer tener una referencia clara. Cuando llegó miró de frente la figura de San Ambrosio, parecida a las compañeras. Ésta le llamaba la atención por el nombre, tal vez..., "el inmortal". Apropiado nombre para una estatua, inmortal, ajena al paso del tiempo.

Nadie que no tenga interés no sabrá de su vida, poco (me) importa.

Ahí está, de cara a la Almudaina, esperando con su cuerpo de piedra caliza, erosionándose con la lluvia, fragmentándose con los cambios térmicos, riéndose de la mortal gente que le contempla.



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