domingo, 11 de mayo de 2008

Gente

La gente se amontona esperando a que acontezca el final. Son gente desconocida para mí y entre ellos. Sólo les une un nexo: esperar el desenlace.
Como K. (¿era K. o se trataba de Joseph?) en los juzgados, con mujeres regordetas que pululaban por fríos y asépticos pasillos y que le eran indiferentes y cuya presencia le hacía dudar de si se encontraba en el lugar correcto. Sabía que así era, pero la duda martilleaba su mente.
Gente corriente, un alma en común, pobre y sin consistencia. Se deshace por los cuatro costados.
Creen que el final es lo más importante y no saben que para que ello ocurra debe haber un proceso, más importante si cabe. Una evolución marcada por unos algoritmos preestablecidos que constituyen el canal cilíndrico del proceso, en cuyo extremo distal se encuentra la meta. Todo ficticio, pero sin embargo tan real y necesario...

Que esperen el final, yo me deleitaré con el proceso.

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