jueves, 13 de octubre de 2011

Decíamos que hacía frío, que no llegaba la luz, ni el aire. Una oscuridad a medias que invitaba a alejarse. Tu querido ascensor destartalado, aquel que llegaba hasta arriba, a un mundo que te empeñabas en desconocer. Las losetas de las paredes que se mantenían adheridas por obra y gracia de la contuidad temporal, inmunes a cualquier cambio y a cualquier provocación de mejoría. Tu querida puerta, abriéndose y cerrándose, en contra de tu voluntad, al antojo de los extraños que invadían tu mundo. Tu calma herida, reflejada en tus ojos y en el rictus de tu boca, desapercibida para cualquiera que no te mirase. Tus protestas veladas no se oían por la frecuencia a la que las emitías. Tu soledad compartida de mala gana, tu ensimismamiento por el gris, coloreada si acaso, de vez en cuando, para darle vida a algo vivo que sólo se percibía con el botón del play, a tu antojo.
Quién sabe de las mañanas, parecía que por las tardes eras el amo y señor de una mal improvisada caverna, huyendo de lo que había arriba tal vez, agradeciendo una puerta cerrada. Entonces las sombras eran más sombras y los grises quizás diferentes. La paz era más constante, tal vez.
Te recuerdo a oscuras, más bien a media luz, un claroscuro en tu facies, una mirada equívoca, siempre al final de un pasillo, solo e imperturbable, excepto cuando te estremecías imperceptiblemente. Esos momentos congelados en el tiempo, fracciones de segundos que intentaba prolongar, de modo que aún siguen suspendidos en el aire. Sin saber el motivo, tal vez por sentir el privilegio de verte aturdido sin que nadie más lo notase, sí, tal vez más por esto, y sin otra razón.
De acuerdo, no es cierto, sí que había otra. Palabras escritas, combinaciones de ellas, salidas de tu mente, plasmadas a distancia, con personalidad única, aplastante. Llegó el invierno (como en los buenos y en los malos libros) y con el siguiente cambio de estación, mudaste.

Queda tu imagen congelada, pero faltan tus palabras.

lunes, 27 de junio de 2011

"Creí que habíamos acordado no volver a hacer esto. Esta dependencia a la afirmación externa, miedo al rechazo y todo eso. Es una verdadera vuelta atrás, intelectualmente estamos en nuestro terreno, pero emocionalmente ... "

domingo, 19 de junio de 2011

el exiliado
se fue adaptando al tedio
de la nostalgia

M. B.

sábado, 21 de mayo de 2011

Me despido de una época, de una vida.
El Diari de Kafka quedará como el recuerdo de ello.
Verá seguramente nacer un hermano, al que no conocerá, porque eso tienen las épocas, que no se pueden reunir, el pasado ahí quedó y el presente todavía no tiene claro que quiere ser, uno yace, el otro inicia la respiración a aire ambiente.

Fueron muchas cosas.
El Diari fue.