lunes, 23 de junio de 2008

De manera concisa y rotunda dio por finalizado el asunto.
Sin protestar, sin argumentar.
Nunca dijo lo que pensó, porque las palabras se las lleva el viento, no dejan huellas. Son como los granos de arena que el viento arrastra o, si lo prefieres, como las pérdidas constantes de calor y humedad del cuerpo en busca de la homeostasis.
Y sin embargo, sus palabras eran las más importantes, su voz necesaria, aunque a veces no se compartieran las ideas.

Si pudiera desde aquí decirte todo esto, lo haría, pero me lo reservaré. Aunque eche de menos ver tus manos, tu sonrisa a medias (cada día más a medias). Aunque me cueste admitir que te echo de menos por completo (te lo negaré a la cara y sin sonrojarme). Mis palabras se las lleva el viento.

1 comentario:

eldiaridekafka dijo...

Autocrítica: Demasié pa mi body.

Admito que esto no era lo que tenía en mente, desde ayer me lleva rondando en la cabeza otra idea bastante diferente. Sólo dejaré unos apuntes: Libanon, Joan Miró i la Seu.
Deberes para mañana.