martes, 10 de junio de 2008

Bichos o la conducta humana

Los humanos somos una especie cuanto menos curiosa. Cualquier actuación nace o no de una planificación mental, basado o no en experiencias previas e improvisando o no sobre la marcha. La valoración del resultado final depende de varios factores y no siempre se pondrán de acuerdo las diferentes partes.
Expondré un ejemplo verídico leído en la edición impresa de cierto periódico serio con fotografía añadida (si esto es real o no, no tengo la menor idea, no estaba allí, pero es cierto que se publicó. Y aunque no fuera cierto, poco importa. Podría haber sucedido).

Hará unas semanas, un barco pesquero ruso, creo recordar, atrapó entre sus redes, mientras faenaban en águas gélidas, una pieza que, al subirla al barco, les desconcertó. No supieron qué bichejo era áquel, alguien dijo que le parecía una manta, otros opinaron otras cosas, pero lo que es cierto es que realmente desconocían la auténtica identidad de aquel especimen. Hasta que llegaron a la conclusión que aquello no era de este planeta y acordaron de forma unánime que se trataba de un extraterrestre. Así pues, le hicieron una fotografía con la cámara de un móvil (no sabe McGiver lo que se perdió al no disponer en su época de tan práctico utensilio, igual hubiera pasado de su navaja suiza roja) para tener un registro gráfico que mostrar al mundo. Y después de eso, como parece ser que no tenían mucho que llevarse a la boca, decidieron coger el Ser y lo prepararon para que les sirviera de alimento. Y se quedaron tan panchos. Ni se plantearon si pudiera ser radiactivo-tóxico-irritante... dado que sospechaban que venía de las estrellas. Y hasta aquí la inverosímil historia.

Puede que otros, ante tal circunstancia, hubiesen puesto el bicho a buen recaudo y, ante la situación de hambruna extrema, comerse otra de las capturas más normalitas. Otros lo hubieran lanzado al mar de nuevo, quizás por miedo.

Sea como fuere los aturdidos científicos no salían de su asombro y tuvieron que conformarse con una foto de baja resolución, que los lectores pudimos observar en blanco y negro.

Historia absurda que, repito, sea o no cierta, pone de manifiesto que a veces los humanos somos de lo más patético.

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