martes, 8 de diciembre de 2009

En el aeropuerto

Así como los camiones esperan pacientemente, en punto muerto, a la entrada del matadero, bien cargados, hasta los topes y los recovecos más insólitos, de las más diversas expecies, las cuales encontrarán, irónicamente, el mismo final, así pues, digo, así, como en cualquier matadero, así se encuentra este aeropuerto. Atestado de ganado, entre el cual me incluyo, cómo no. Esperando pasar por los cajones y rediles, caminos de una única dirección, sin vuelta atrás, sin necesidad de un pastor que nos guíe hasta el punto final, por más necio que uno pueda ser. Y para matar el tiempo, charlas intranscendentes, relecturas de los ya leídos periódicos, ojeadas al tipo de al lado/enfrente, revisión de los instantes capturados en diminutas cámaras digitales, encendido y apagado de portátiles/mp3/mp4 (siento decirte que no de e-books)...
Sea como sea, como en cualquier parte, como todo el mundo, un comportamiento estereotipado, a todas luces poco original.
Pero esperas pacientemente, a que te llegue el turno, a pasar por el degüello, a que te traten como a una masa de carne que se puede despedazar, después de despojarte de dignidad (zapatos, bolso, cazadora, cinturón...), de quitarte la piel de cordero.
Es un mero trámite, me convenzo, lo de siempre, ya queda menos.
Pero hoy, las circunstancias quieren cambiar, añadirle jugo a la masoquista espera. Les da por el hilo musical; al niño de enfrente le da por distraerse con un verdadero instrumento de tortura cuya función desconozco pero que emite un desagradable pitido, más bien 3 agudos acordes irritantes, siempre con la misma cadencia, que se inscrustan en el cerebro y dan ganas, por un momento, de padecer una afasia de Wernicke (temporal, gracias).
Pero Las Moiras, ávidas por tejer las más intrincadas labores, quieren que esperemos más en este limbo en el que hablar de secuestro no es del todo correcto en cuanto los que aquí estamos lo consentimos y además pagando por ello. De pronto, la megafonía nos informa: el vuelo, nuestro vuelo, se demorará por "ajustes en la actividad de los miembros de la tripulación". Ésta es nueva. Ya no queda ni rastro de aquel retraso por querer permanecer el avión más tiempo en París (que es de donde le suele gustar venir). Hoy no nos puede decir que lo siente porque "je perdú ma plum dans la jardan du ma tant...). Hoy la "plum" la pierde la crew.
Mientras nos morimos de asco, esperando no regresar.

Nota: esta historia podría tener una connotación más positiva si en lugar del regreso fuera la ida, pero no es así, ya se ve. También influye el retraso, el hambre, la maquinola perversa del niño...

2 comentarios:

ETDN dijo...

Tras unos meses ocupados y veraniegos (el buen tiempo y el ocio compartido no aon buenos aliados para andar blogueando y el Facebook tampoco ;P) y un último mes bastante chungo en varios aspectos, parece que el frío y que ahora tendré más tiempo me hace volver a los lugares en los que siempre he recibido amor,amistad y palabras inteligentes.

Me alegra ver que sigues escribiendo, manteniendo vivo tu blog.

Un beso fuerte

eldiaridekafka dijo...

¡Hola! La verdad es que yo también he estado bastante desconectada y, entre otros, por falta de ideas (las siento todas repetitivas) y por obligaciones familiares.
En fin, que parece desde hace un tiempo andamos un poco dispersos y acordes con el ambiente, nosotros los trialogantes.
Y además Ignacio se ha vuelto a dar de baja (me tiene mareada este hombre), en fin, espero que os vaya todo más rodado...

Un gran abrazo, escritora!.