jueves, 17 de diciembre de 2009

No eres tú. Te lo repites delante del espejo, una y otra y otra vez. Te miras en él. Ni te reconoces. No eres tú. No puede ser, no puedes ser.
Ahora eres un objeto inanimado, sin alma y sin movimiento. En los secos sustitutos de tus ojos se pierde el recuerdo de tu cara, de tus actos.
No eres tú, ni remotamente.
Sabes que no habrá sudor frío ni escalofríos ante el viento, que los músculos piloerectores no se pondrán en funcionamiento porque no son tuyos, porque no eres tú.
Aunque te mires más, no te encontrarás, no eres tú.

No hay comentarios: