domingo, 5 de julio de 2009

"Pero, además, ¿para qué molestar a la gente y tratar que no se muera, si la muerte es el final normal y legítimo de todos? ¿Qué es lo que cambia si un triste comerciante o un funcionario vive unos cinco o diez años más? Incluso si consideramos que el objeto de la medicina está en que los medicamentos alivian los sufrimientos, sin querer salta la pregunta: ¿para qué aliviarlos? En primer lugar, se dice que los sufrimientos abren al hombre el camino de la perfección y, en segundo lugar, si la humanidad de verdad aprendiese a alivar sus sufrimientos con pastillas y gotas, entonces abandonaría definitivamente la religión y la filosofía, en las cuales ha encontrado hasta ahora no sólo protección ante todo el género de desgracias, sino incluso la felicidad. Pushkin, antes de morir, padeció terribles sufrimientos; el pobre Heine se pasó unos cuantos años en la cama paralítico. ¿Por qué, entonces, no pueden enfermar un Andréi Yefímych o una Matriona Sávishna cualquiera, cuyas vidas no tienen sentido alguno y estarían vacías por completo como la existencia de una ameba, si no fuera por los sufrimientos?"

El pabellón nº 6.
Chejov

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