viernes, 28 de noviembre de 2008

A Pamela le gustaba llamar a todo el mundo bombón. Lo detestaba. Creo que mientras les llamaba así les cogía con su mano el brazo, suavemente pero ejerciendo cierta presión, para que le notaran. Se mostraba en exceso cariñosa. Yo no lo veía, pero lo sabía, y me exacerbaba. Me sacaba de mis casillas. Se presentaba con besos y se despedía con más besos. Lo odiaba. Y la gente la adoraba, la preferían. Y yo planeaba en silencio, en mi retiro, en la parte oscura, acabar con ella.

A mi pobre Paula nadie la entendía. Decían de ella que era huraña y seca. No es que la conociera pero la quería, a pesar de todo. Quería haberle dicho tantas cosas. Mi pobre y adorada Paula.
Mi encantadora Paula.



Número de Historia Clínica xxxxx. ID paciente: identidad protegida.
Diagnóstico: F 44.81 Trastorno de identidad disociativo (300.14)



3 comentarios:

__ dijo...

Me vas a tener que abrir una historia clínica, porque detesto a las Pamelas y estoy con las Paulas, pero claro, la mayor violencia que ejerzo con lo que detesto es la ignorancia.

Supongo que por eso sigo libre...
Más besos, Ignacio

eldiaridekafka dijo...

No hay Paula sin Pamela ni viceversa.

Cuanto más envejezco más siento que estamos todos para atar.

Otro abrazo.

ETDN dijo...

Sí, al final todos desarrollamos múltiples personalidades para sobrevivir a la realidad. Y a menudo la que mostramos no es nuestra preferida. En el fondo, sentimos debilidad por nuestra parte más oscura. Creo que en eso nos parecemos los bloggers. En los blogs desarrollamos una parte de nosotros mismos difícil de canalizar en la vida real, aunque ambas se acaben mezclando.

Y no es malo que se mezclen. Aunque sé que Ignacio no está de acuerdo con esta afirmación ;)

bss