lunes, 22 de septiembre de 2008

Confieso.

Nadie más lo sabe, sólo tú.

Aunque me torturen, aunque me quieran arrancar la piel a tiras para sonsacarme la información. Que ya has visto que eso se da, pero no daré mi brazo a torcer, que ya son muchos años con el mismo interrogatorio.

Sólo ocurrió una vez y ya lo olvidé. La sensación de quedarse clavado en el suelo, con la maravillosa sensación de quedar en apnea y con el corazón parado. Pero a pesar del aturdimiento, noté que algo no encajaba. Se dejó perder. No me arrepiento.

No te miento. Han pasado años y nunca busqué esa sensación, y han habido oportunidades, sigo sin mentirte, y me han colgado (y lo seguirán haciendo) en brazos (ni lo creas) de otros. Y ahora vuelve, la sensación, cuando se cruzan las miradas, que al final ya me duelen, porque se hacen eternas, vacías y distantes. Y te diría tantas cosas. Y cuando te acercas, quisiera poner mi mano en tu hombro para saber que realmente estás ahí.

Y ya no sé si es que me lo invento y son imaginaciones. Posiblemente lo sea.

Y le doy vueltas a tus últimas palabras, irónicas, que no sé a qué venían. ¿La belleza? Explícamelo, porque me pierdo.

Será eso. Me lo invento.

Recupero tus primigéneas palabras, que ya quedan lejanas, como por arte de magia.

Me demuestro a mí misma con ello que me lo invento.

4 comentarios:

__ dijo...

No me entero de nada, pero creo que la letra de la canción la has escogido muy bien:

Do you want to be the ditch around a tower?
Do you want to be the moonlight in his cave?

Besos y suerte, Ignacio

eldiaridekafka dijo...

A veces no es necesario comprenderlo todo. Si lo hicieras en este caso, sospecharía. :P

Admito que no es de mi gusto Leonard Cohen, pero el tipo nos acompañaba con su peculiar voz en los trayectos en coche, junto con Zucchero o Dylan, y es como de la "familia".

__ dijo...

Te quiero tanto como para preocuparme por tu anterior comentario. Los cebos hay que mantenerlos como dice el buen tratado de pesca.

Mafalda decía a un pescador que no entendía a la gente que no sabe aburrirse sin molestar a los peces, y el pescador le respondió ¿quién te dice que me aburro? Y Mafalda respondió: No entiendo a la gente que no sabe entretenerse sin molestar a los peces.

ETDN dijo...

Vuelvo a los blogs y a estas conversaciones a tres (que a mí también me gustan tanto, leo tarde pero a tiempo los comentarios de Ignacio en el último post de este rincón tan kafkiano y sin embargo familiar).

No niego que me intrigue la experiencia que inspira este texto, pero como bien dice la autora, no importa tanto como el sentimiento de identificación que provoca. Al leerlo una piensa en situaciones parecidas, en la frustrante incomunicación con alguien con quien se tuvo complicidad, intimidad y que de repente se rompe y no se recupera, y la persona a quien se quiso de pronto es un extraño y eso duele, duele mucho, y se clavan ls miradas vacías, las palabras inexistentes o las que se dicen pero ya no comprendemos cuando antes no hacían falta ni palabras para leerse la mente.

En fin, perdón por la perorata pero no he podido evitarlo...

besos desde el suave otoño madrileño