domingo, 10 de agosto de 2008

Des de Patmos..........

Se puede vivir muerto sin necesariamente morir, así como es factible vivir a pesar de haber muerto.

Mitchelle es inglesa (por ponerle un nombre y una nacionalidad, pero quién sabe) y tiene cuatro años. Piel de tan blanca que es transparente y duele a la vista, ojos quizás azules y un largo cabello de tan rubio que parece blanco y tan escaso que parece que no tenga. Ha venido de vacaciones con su familia, su hermanito y sus padres. Ha estado jugando todo el día en la cala. Su madre juega ahora con su hermano en la orilla y ella se entretiene entrando corriendo al agua y saliendo gateando impulsada por las olas. De manera casi compulsiva. Una y otra vez. Hasta que llegado a un punto se tumba sobre la arena. De pronto, su mamá, sin mediar ni una palabra, deja de jugar con el pequeño y se dedica a echar de manera lenta puñados de arena sobre el abdomen de Mitchell. Ella ni protesta. De repente coge una pala de plástico azul y se dedica a cubrirla más con la arena. Su hermano se percata y empieza a colaborar en la tarea. Mitchell sonríe pero no se mueve. Ahora es su padre, más brusco, quien ayuda a cubrir el resto del cuerpo. Sólo la cabeza queda al aire. Su madre le susurra, estás muerta... Mitchelle sabe pero no sabe en qué consiste morir, sólo sabe que debe estar quieta, sin moverse, casi sin respirar... Súbitamente se levanta, se sacude la arena y regresa al agua. A su familia ni le dio tiempo de percatarse...

Ahora empiezan a hacer castillos de arena cavando agujeros.

Esto me recuerda:

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