Cuando te atas los zapatos (si es que hoy en día se ata algún zapato) y te incorporas sobre ti mismo, el mundo gira.
Cuando caes enfermo y te curas en tu cama de cuatro esquinas, el mundo sigue girando.
Cuando sirves de humus, imagínate quién sigue girando.
Y no es porque el mundo no quisiera parar, ni por ti ni por nadie. Si cediera en sus movimientos de rotación y traslación vendría la catástrofe, ya sabes. Pero en verdad (yo os digo), sigue orbitando porque le place, no se detiene ante nadie. Y es en este auténtico egoísmo donde radica parte de la vida. 
No hay comentarios:
Publicar un comentario