sábado, 12 de junio de 2010

Sinceramente era horrible. Rojos anaranjados gritaban desde el lienzo, como si a éste lo hubieran descarnado, haciéndolo sangrar y retorcerse de dolor, allí expuesto, de cara a la galería. Si alguien hubiese tenido la amabilidad de no mirarlo, el horror tal vez fuese menor, como un bálsamo, como un calmante y fresco soplo en una herida reciente, caliente y pulsátil. Cierto es que lo mejor habría sido no darle la vida y entregarlo así, desnudo y espeluznante, para exponerlo a expensas de un orgullo injustamente henchido de su creador. Pero ya no había vuelta atrás, la criatura había nacido y se esperaba de ella que fuese el no va más en cuanto a innovación.

Y la criatura sabía que despertaba dos enfrontadas pasiones: la del asco más absoluto y la del fervor más sorprendente. Críticas de todo tipo llovían desde todos los rincones.

Gracias a la providencia, que todo llega a su fin. Extrañamente las llamas sólo acabaron con aquel espantoso y avergonzado cuadro.

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"Y todo había sido como tiene que ser el arte, inconsciente, ideal y lejano."

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