sábado, 19 de junio de 2010

Nunca fui quien ahora soy. Sus pesadillas me confunden y, si bien no las recuerdo como mías, me despiertan en la noche. Las sueño a ritmo de reproductor y con definición a media resolución. Y cuando, consigo zafarme del mal recuerdo, abro los párpados para ver unos ojos inexistentes que me miran, inertes, fríos y sombríos, la sopa boba del pobre, la ración de más del amigo de menos.

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