domingo, 25 de octubre de 2009

Bien entrada la noche,
cuando ya todo el mundo dormía
y la oscuridad dominaba el exterior y el interior
un joven despreocupado dormía plácidamente entre almohadas de plumas y sábanas de seda.
Si al menos la luna se hubiera dignado a presentarse,
si al menos las estrellas hubieran tenido la decencia de lucirse,
nada de lo que sucedió habría acontecido.
Y tuvo que pasar, dicen.
Afuera no llovía, ni relampagueaba, ni aullaba el viento.
Tampoco lloraban gatos, ni ladraban perros, ni el suelo era de madera, ni el reloj era de cuco.
Diríase que era poco probable que nada rompiese esa apacible noche.
Mas la providencia se guarda pequeñas sorpresas, para bien o para mal.
Súbitamente, el silencio que dominaba se rompió y un estruendo sobrenatural tuvo lugar.
Un claro grito desgarrador, casi moribundo le siguió. La muerte rondaba, eso era obvio.
Pero extrañamente sólo el joven se despertó, aquel cuya apetecible cama escondía,
entre mullidas colchas y sábanas rosa.
Temeroso, sobresaltado y acongojado,
su corazón se desbocaba, su respiración se cortaba y su mente se anulaba.
¿Qué podría ser aquello? Se debatía entre la razón y el sueño.
Levantarse, reaccionar y auxiliar o permanecer inmóvil.
Y aunque se permitió el lujo de fantasear en su heroica acción, vencedor glorioso de tamaña acción,
optó por el disimulo, el yo no oí nada.
Las mantas le tapaban y las sombras le cubrían,
el calor de su propio cuerpo le envolvía y el nadiesabequeestoydespierto lo protegía.
A nada temía en semejantes condiciones el pusilánime, si tapaba los ojos y volvía a conciliar el sueño.
Y así fue cómo se demostró que este joven era tan valiente como una calabaza,
tan honroso como un fétido calcetín.
Mientras la víctima tardó en morir horas, según se supo tiempo después.


4 comentarios:

__ dijo...

Precioso, todos nos hemos escondido entre las sábanas. Yo al menos sí.

Bss, Ignacio

eldiaridekafka dijo...

Me encantan los antihéroes (como el Ichabod, no como el de este mal relato).

Y los malos malos, no malísimos (te parecerá ridículo pero de pequeña era fan, quizás porque nadie le quería, del lobo malvado(?) de la Aldea del Arce que igual ni te suena, pero ya está, ya lo dije...). Qué malos más buenos...

http://pitufillosdefamoide.wordpress.com/2009/09/05/hoy-presentamos-la-mansion-de-los-villanos-animados/

eldiaridekafka dijo...

PD: Para no polemizar ya más en tu casa, ya sabes que se agradece cualquier crítica constructiva.

__ dijo...

Llevo dos días buscando una página de malvados que tenía guardada pero no la encuentro, cuando lo haga te la mando. Mientras tanto he encontrado esto por ahí:


Me gustan los malos porque en la mecánica vil del bien y del mal, no les toca lo correcto sino lo divertido.

Me gustan los malos porque de ellos NO es el reino de los cielos y si, en cambio, los sillones presidenciales, los directorios de las corporaciones, los mas caros abogados y la impunidad.

Me gustan los malos porque tienen la fascinante capacidad de alinear en su contra a los buenos que andan cerca, de forma tal que a éstos es mas fácil identificarlos y lanzarles en la cara la escupida que merece su bondadosa humanidad y complacencia.

Me gustan los malos porque les estan permitida la ropa negra, los anteojos oscuros, las armas automáticas, las drogas sintéticas y las conductas profanas pero sobre todo porque no tienen que hacerse cargo de la hipoteca de sus vidas.

Me gustan los malos por eliminación, ya que los buenos aburren con su ropa planchada y sus sonrisas bovinas, colmadas de sencillez.

Me gustan los malos porque cuando mueren lo hacen al final, cuando la resolución del caso depende de eso, lo que los transforma en protagonistas de la historia, responsables de ella y benefactores de la sociedad.

Me gustan los malos porque evidentemente son mas inteligentes que el resto, ya que cuando se les ocurren sus maldades y hace rato que han descartado varias bondades, seguramente por aburrimiento.

Me gustan los malos porque suelen trabajar de noche, mientras los buenos duermen y dejan vivir.

Me gustan los malos porque, al ser malvados, son sinceros en su maldad, un antídoto del cinismo y la hipocresía de los buenos, siempre dispuestos a ser buenísimos aunque no quieran serlo.

Me gustan los malos porque no llevan a cuestas la responsabilidad de salvar el mundo, lo cual los hace auténticos en lo que hacen.

Me gustan los malos porque sin malos no habría héroes de historieta. Los villanos de las películas le dan razón de ser a los buenos. Sin un Guasón, o un Pingüino, o una Gatúbela, no sería necesaria la existencia de un Batman. Lo mismo pasa con Lex Luthor y Súperman, o con el superhéroe que se les ocurra.

Me gustan los malos porque, con estilo e inteligencia, suelen gozar de impunidad en su conducta e incluso recibir elogios de los buenos triunfando en la maldad, como Bush.

Me gustan los malos porque no quiero desentonar con el mundo, y hoy los que manejan al mundo son malvados.


Nunca te criticaría, faltaría más. Besos, Ignacio