"El mundo prodigioso que tengo en la cabeza. Pero, ¿cómo liberarlo y liberarme sin destrozarme? Y sin embargo, preferiría mil veces destrozarme antes que retenerme”.
domingo, 25 de abril de 2010
Minilibro II de III: Las señoras del pasillo
Las señoras cotorrean, por el pasillo, hablan en voz alta, casi gritanto. Se ríen fingiendo seriedad. Ufanas elevan la voz las unas sobre las otras. Y casi aceleradas, se saltan palabras o letras, hablando de corrido. Nadie tiene más razón que ellas, las señoras del pasillo. Y aunque no las veas, porque cierras la puerta, quieren que sepas que están. Y te las imaginas, los brazos conteniendo sus abultados estómagos, elevando a la vez sus senos, con la mirada autoritaria, bien hacia arriba y sin pestañear, con labios finos que se entreaben para emitir graznidos. Y parlotean, parlotean sin cesar. De pronto, el silencio. Cogieron el ascensor.
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