martes, 23 de marzo de 2010

Gota a gota sobre la frente. Gotas frías. Una tras otra. Indoloras, inodoras e incoloras. Caen, con una cadencia predeterminada. Y siguen, sin parar. Gota a gota, sobre la frente. Siguen cayendo, una a una, a las cuales les siguen puntuales y fieles compañeras, como en procesión. Su pequeñez les confiere atermicidad (¿neologismo?) pero su sucesión constante incrementa la fuerza. Ya han pasado los primeros minutos, soportables, se siguen los cuartos, cansinos, acontecen las horas, crispantes. Y sigue lloviendo sobre el mismo punto, a dos centímetros del nasion. Caen, caen, caen... Ya cansa, pero caen... Enerva y caen, caen... Sólo queda evadirse, sí, contar nubes, nubes algodonosas, cargadas de agua, agua evaporada, el agua que cae sobre la frente y se evapora. Mejor, explotemos las nubes...


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