miércoles, 10 de febrero de 2010

¿Cómo hablaría Kafka sobre el vacío, sobre la nada infinita? No lo haría de manera directa, si quiera al menos la bordearía, por la tangente.
Se subiría por la pendiente mientras bajaba, como lo hacen los pensamientos, que no fluyen sino discurren como flujos de aceite que se desparraman con el frío y se encojen con el calor que no existe a pesar de lo que digan.

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