viernes, 31 de julio de 2009

És la repetició de la jugada, la manera de ferir-se sense cap motiu, potser, sí, bilateralment, s'ha de reconèixer. Com més lluny, sembla que ens apropem més, que desapareixen les distàncies, els murs, els punts, que hem construit. Però a prop, la barrera s'incrementa. Tant bon punt s'ha creat un artifici maquiavèlic com una necessitat sense fonaments, sense base on sostenir-se. Potser la imaginació, la idealització, ens han jugat una mala passada. L'enyorança d'allò que no s'ha posseit és terrorífic, però descobrir que tot ha sigut una magnificació d'una realitat il.lusòria és més terrorífic i més trist. I possiblement ahí és on radicaran els fonaments d'aquesta distància (del robatori d'un batec), que al cap i a la fi no és més que por. Possiblement, ja dic.
Hem construit un cercle viciós que es difícil de trencar. El podem perpetuar, però ja fa mal i cadascun tenim la nostra resistència. També es pot rompre (maleïdes illes), però per a açò es fa necessàri un voluntari. I tornem més amunt. Només coneguem les paraules no dites per l'un i per l'altre i ja està i ni tan sols sabem si aquestes paraules tenen algú perquè les escolte. Si venen del cor o si procedeixen del cablejat encefàlic.

I ara és quan podria posar-li una banda sonora i dir que no me importa nada, però no seria cert.

jueves, 23 de julio de 2009

Com no trobava les paraules més adients
ni les frases més colpidores,
se li va ocórrer
traduir els poemes de la seua joventut,
aquells, que sense cercar-los,
ompliren les seues vesprades, les seues nits.
Aquells que colpiren els seus sentiments,
que trasbalsaren els seus somnis.
Aquells els quals va jurar que mai no oblidaria,
que qualsevol dia reprendria.
Mentre recordava les restes del naufragi,
l'última visió de la seua mirada.

miércoles, 22 de julio de 2009

4.

Desde tiempos que ya nadie recuerda, se alzan terrazas labradas en la ladera, inclinadas de tal forma que ya no parecen terrazas, sino deformidades propias de la erosión a la que ha sido sometida.
Allí se mantienen, sobreviviendo como pueden.
Se divisan desde la ventana, desde esta misma ventana, la misma que da a una de las pequeñas calles de pétreos adoquines y aceras destartaladas.

lunes, 20 de julio de 2009

3.

Regresar al punto de partida tiene el inconveniente de que, aunque se realice un esfuerzo sobrehumano, los hechos ya pasados no se pueden borrar. Aunque las pequeñas calles sean las mismas, aunque el viento sople como antes, aunque la tierra tenga el mismo color y siga cubriendo los mismos muertos, nada es lo que quisiéramos que continuara siendo. Quedan los rescoldos y poco más.

Las calles que no son calles se quedan pequeñas y siguen aguardando los pasos de quien ya se quedó sin suelas, quien perdió la horma y se contentó con andar descalzo.

domingo, 19 de julio de 2009

2.

A según qué horas, las callejuelas adquieren algo de vida. Parece que el tiempo se detiene y se alarga, de todos modos, haya quien haya. El tiempo se deforma incondicional y se aferra sobre las pequeñas y desiguales casas, sobre cada losa y cada puerta, sobre cada habitante, sobre mis pasos erráticos y cansados que no llevan a ninguna parte, pasos a los que les gusta tropezar con el mismo montículo una y otra vez. Un montículo absurdo, que ya dejó de existir barrido por el tiempo.

En estos momentos es como si la gente se desperezara, cogiera el resto de hálito que les queda para hacer un último esfuerzo, desafiante. E inundan, débilmente, las callejuelas. Ahora más pasos acompañan los míos sin percatarse (ocho mil muertes, directas e indirectas).

1.

Cuando no hay mucha gente, lo cierto es que la imaginación se desborda, los paseos abundan y las letras aparecen por doquier (en las páginas, en las paredes o en la palma de la mano). Los sonidos se acrecentan y se rehuye de las falsas palabras.
Y entonces se corre en el peligro de ser atraído por el campo magnético de la irrealidad y la fábula. Por eso, en ese preciso momento, se debe disponer de un salvoconducto que rescate el objeto de las fuerza atractora hacia la órbita hostil.

Las callejuelas seguían casi desiertas y apenas silenciadas, algo distraídas por los gregorianos cánticos de los grillos en sus barricadas escondidos y por los pasos solitarios de una mente pensante.

Mis pasos restallan por estas minúsculas calles y estos podrían ser un buen salvoconducto, me despertarían de esa ensoñación, de esa falsa realidad que es la realidad misma.

0. Introducción

Las callejuelas eran aparentemente rectas y sin complicaciones, un ejemplo de un ordenamiento aleatorio perfectamente organizado. Suelos empedrados, asfaltados o terrosos. Pocos transeúntes. Poco ruido o mucho eco. Un cierto vientecillo que arrastraba hojas de quién sabe dónde. Y al anochecer, todo a media luz y un tenue frescor, la versión oscura de lo que durante el día era otra cosa.
Se hubiera dicho que así, a mediavela, todo alcanzaba un tono lúgubre o infernal, para otros representaría un escenario edulcorado y empalagoso. Lo cierto, es que era lo que era, vacío y tímidamente arrogante.
Un pueblo, se entiende.

domingo, 5 de julio de 2009

"Pero, además, ¿para qué molestar a la gente y tratar que no se muera, si la muerte es el final normal y legítimo de todos? ¿Qué es lo que cambia si un triste comerciante o un funcionario vive unos cinco o diez años más? Incluso si consideramos que el objeto de la medicina está en que los medicamentos alivian los sufrimientos, sin querer salta la pregunta: ¿para qué aliviarlos? En primer lugar, se dice que los sufrimientos abren al hombre el camino de la perfección y, en segundo lugar, si la humanidad de verdad aprendiese a alivar sus sufrimientos con pastillas y gotas, entonces abandonaría definitivamente la religión y la filosofía, en las cuales ha encontrado hasta ahora no sólo protección ante todo el género de desgracias, sino incluso la felicidad. Pushkin, antes de morir, padeció terribles sufrimientos; el pobre Heine se pasó unos cuantos años en la cama paralítico. ¿Por qué, entonces, no pueden enfermar un Andréi Yefímych o una Matriona Sávishna cualquiera, cuyas vidas no tienen sentido alguno y estarían vacías por completo como la existencia de una ameba, si no fuera por los sufrimientos?"

El pabellón nº 6.
Chejov