viernes, 24 de abril de 2009

¿Ideas futuras?

Inicios de posibles ideas, a desarrollar en algún momento....

Cogió un hisopo y lo usó como puntero, al aire, sin señalar nada en concreto y pareciendo que señalaba el mundo entero...
-----------------------------
La métrica de tus palabras es inversamente proporcional al silencio que emites, y aunque esto no tiene sentido, es cierto, en su justa medida, si te paras a pensarlo.
-----------------------------
Cuando no hay nada que leer, se relee todo, y, a fuerza de releer, se alcanza a comprender lo que no se vió la primera vez.
------------------------------
El verde de tus ojos es el gris de tu mirada, el negro de tu corazón, el blanco de su mirada.
-------------------------
El desgaste del reloj no se debe a su abandono o al poco uso de su cuerda, sino al paso de los minutos en sus manecillas, a los días en su esfera, a los segundos en tu mano.
--------------------------
Pasear por la rada en un día gris y frío, no hace sino empalidecer al hombre oncológico de la gabardina con zapatillas.


domingo, 19 de abril de 2009

Cebo

Triste es la vida del cebo,
pero más triste la del cebo enlatado vivo.
A oscuras, apretujados, emparedados.
Un Ausschwitz para con otras especies.

Y en su cautividad esperan algún día ser lanzados al mar
aunque sea para morir, con cierta dignidad,
la que da el enorme espacio del mar
frente a la vergonzosa tiranía de una lata.
Cambiar por lo menos la oscuridad y el calor
por un frío líquido azulado.

sábado, 18 de abril de 2009

Fragancias

Malena, que no necesariamente es un nombre de tango, acudía religiosamente aquel gran almacén todas las mañanas a primera hora de los días laborables.
Se dirigía a la sección de perfumería y belleza, donde las dependientas ya la conocían aunque hacían como que no.
Furtivamente se acercaba a los estantes de los perfumes, escogiendo qué probador de fragancia sería su nueva víctima. Una vez elegido y con prisas, pulverizaba sobre su escote y muñecas el oloroso líquido. Puff, puff, puff...
Ya era otra.
Y si se sentía mala (cosa que sería consecuencia de la mezcla odorífera tomada prestada), se atrevía con los maquillajes, coloretes y pintalabios. Evidentemente todo material de prueba.

Así era como Malena, que no necesariamente es nombre de tango, se transformaba todos los días. Entraba como un cadáver demacrado y con olor a limpio (a lejía, jabón de glicerina y pobreza) y salía como una fragante flor dispuesta para acudir como limpiadora en la morgue en el turno de noche, trabajo, por cierto, no remunerado: nadie, en aquel edificio, sabía de la existencia de Malena, nadie sabía que por las noches hubiese una limpiadora.
La vida como el aire era gratis, aunque a veces no huela bien, pensaba.


miércoles, 15 de abril de 2009

Un home ben plantat
mirava per la finestra
rumiant-s'ho ben a fons.
Va concloure que, al cap i a la fi,
s'avorria.
Que el temps passa i s'endú les paraules.
Que odiava la certesa de la incertesa.
Que no era tan ben plantat.
Que no s'ho rumiava.
Que no era.
I mentrestant plovia de manera indiferent.


martes, 14 de abril de 2009

Besugos' conversation

- ¿Vive usted en un barco?
- Lo desconozco.
- Así pues, ¿no sabe dónde vive?
- Es cierto, lo desconozco.
- ¿Y ese olor dulzón a mar? Permítame usted, ¿y ese olor a pescado? ¿Y esa red que cuelga de su brazo? ¿Esa piel curtida y bronceada? ¿Esa gorra marinera que culmina su cabeza?
-Pues diríase que en un barco vivo, sólo por las apariencias. Pero algo me dice que soy más de tierra, porque no entiendo de peces o vientos, pero si quiere le hablo de los frutos de la huerta, de los fertilizantes y el efecto del nitrógeno, de los pesticidas y del riego.
- Entonces, caballero, su discurso ya no me interesa.
- Pero, entonces, ¿dónde vivo?
- Esa pregunta ya carece de valor. Averígüelo usted mismo, que yo me voy.

domingo, 12 de abril de 2009

Para distraerse un momentito.

Un paréntesis:


martes, 7 de abril de 2009

Versiones

Versión 1
Mientras me miraba en el espejo, no veía reflejado mi cuerpo deforme (la suma heredada de todos los errores previos), sino breves acontecimientos que se me hicieron en su momento eternos.

Porque se daba la circunstancia que las viejas cicatrices que adornaban este abominable cuerpo, tenían un efecto liberador sobre mi memoria. Efectivamente, cuando mis ojos se detenían en las heridas ya curadas pero persistentes, mi memoria se activaba y recordaba hasta el último detalle las circunstancias en las que se produjeron. Los olores, los colores, los dolores... Todo se volvía nítido y vívido.
Pero es curioso, porque desde un tiempo a acá, esos recuerdos se emborronaban y daban paso a un estado de abstracción que, cualquiera que lo hubiese presenciado, diría que se trataba de una crisis de ausencia, cuanto menos (yo lo negaré). Y es que mi mente, cansada de tanto dolor y tal vez por la persistencia de las mismas visiones, una y otra vez, empezó a evadirse y apagarse. Y cuando quería, entraba de nuevo en funcionamiento.

Así, algo se complicó. Posiblemente porque no supe atajarlo y me permití la licencia de consentirle que hiciese lo que le venía en gana. Y sucedió. Ella, mi mente, no necesitaba la intimidad que le proporcionaba el espejo, ni el estímulo de los estigmas. En cualquier momento y en cualquier lugar se desconectaba.

Y hete que aquí me encuentro, estampado contra una palmera (la única en todo este desierto) que se interpuso en nuestro camino, en el suelo, oficialmente inconsciente, quizás ya no me despierte. Soy carne de sensor.

Versión 0/riginal

Mientras me miraba en el espejo, no veía reflejado mi cuerpo deforme (la suma heredada de todos los errores previos), sino breves acontecimientos recientes que se me hicieron en su momento eternos. A cámara lenta. Infinitos. Incómodos. Pesados como una losa. Desaprovechados.
Y no es tan difícil, o no debería serlo. Y es entonces, al fin, cuando veo mi reflejo.
Y comprendo.
Hay modos de ver y de mirar.
Y para algunos duele más que para otros.
Quizás es cierto que no se puede hacer nada.

jueves, 2 de abril de 2009

No lo sabía, pero descubrió que el ascensor llevaba más lejos, más abajo, de lo esperado o lo dispuesto inicialmente. Cualquiera hubiera dicho que llegaba hasta la planta menos 1. De hecho, no había nada que lo contradijese. Y podría parecer no ser cierto, por el uso abusivo que se le daba a tal artilugio, aquella caja de paredes metálicas y suelo gomoso, con olor a traje de buzo y sal, con la fatiga de los años a cuestas y los pulsadores estáticos como medio de interacción. Repito, podría parecer equívoco, pero aquel ascensor tenía un trayecto más dilatado de lo que nadie pensaba. Bastaba con pulsar los botones según una combinación concreta (y siempre que el elevador estuviese de buenas) y automáticamente descendía hacia las profundidades. El origen de todo esto es incierto, tal vez se debiese a la radiactividad, a la enfermedad o a la muerte que por allí rondaban, tal vez a la cercanía de los quirófanos y antequirófanos yodados inútilmente por y para la esterilidad, a los anestésicos volátiles o a la electricidad de los generadores, al café o al frío, a las cajas desconocidas que se abandonaban misteriosamente esperando desaparecer. O quizás se debiera a la suma de todo ello. O quizás respondiese a un capricho evolutivo de esta especie.
Sea como fuere, el cubículo bajaba más de lo establecido.
Y allí abajo al abrirse las puertas...